22/12/2019
El toro de Alfajarín.
“Felices los que saben reírse de si mismos, porque nunca acabarán de divertirse”.
Santo Tomás Moro.
Acudimos a la llamada de José H , a las nueve de la mañana en el Azud del Ebro, para ir a visitar de nuevo el toro de Alfajarín. Pero en esta ocasión hubo un elemento diferenciativo y fue que, debido a las fechas en las que estamos, se nos ofreció la oportunidad de acudir de alguna forma ataviados acordes a las fiestas navideñas. En esta que se mostraba como la penúltima salida del año.
Y para allá que fuimos quince almas, vestidos de Papá Noel , de reno e incluso alguno creo que de elfo. Con las bicis llenas de espumillón y de guirnaldas una sonrisa de oreja a oreja y sobre todo ganas de cachondeo. Resaltar Arturo y Chelis (José Luis) con sus trajes full equip, sin vergüenza ninguna dando ambiente y humor a raudales.
Habíamos estado consultando distintas páginas del tiempo , todas ellas con el mismo resultado, nos iba a llover si o si, pero eso no nos detendría en nuestro empeño. De esa forma , enseguida , nos pusimos a dar pedales. Elegimos caminos que nos evitaban pasar por zonas de lodazal o incluso charcos, serpenteando por las localidades, es más, nuestro rumbo era el que en otras ocasiones hemos tomado para volver del mencionado toro. El cielo oscuro y plomizo nos avisaba de lo que nos acontecería y por contrapunto nos evitaba viento o frío excesivo. Los kilómetros iban cayendo de forma amable entre risas , chistes y villancicos, muchos de ellos con la letra cambiada.El grupo mostraba una unión excepcional y un buen ambiente digno de los mejores. Pedalada tras pedalada ignorando el esfuerzo y marchando con decisión. La alegría de el reencuentro con grandes amigos.
Por el camino, José H nos amenizaba el recorrido con las canciones navideñas que manaban de su nuevo altavoz, conseguido hace poco gracias a la colaboración de todo el grupo y como muestra de agradecimiento a su labor . De esta forma llegamos a los pies de la subida al toro. Algunos empezaron el ascenso, otros nos esperamos un momento para ser alcanzados por aquellos que se hubieran podido quedar más atrás y , tras estos preliminares empezamos a subir.
Encontré el camino en mal estado, quiero decir, hasta hace poco se hallaba inmaculado, habían pasado esa famosa máquina que nivela los terrenos y que aparta las piedras y , si bien nadie te quita la paliza, el trecho resultaba fácil al no hallar obstáculos. En esta ocasión no fue así, debido a las lluvias de los últimos tiempos el suelo se veía lavado, dejando al descubierto una plétora de piedras sueltas , de baches, desniveles y torrenteras. Con toda la atención del mundo, con los sentidos disparados íbamos ganando terreno, metro a metro. A mi lado Paco Ines que se está dejando barba y un poco más atrás José H acompañando a Miguelón, nuestro genial Miguel y que tiene un corazón que no se cómo le cabe en el pecho. En esto bajaba Javier Cr y al que de broma le preguntamos que si es que ya había coronado y bajaba de vuelta. Nos respondió de forma negativa, simplemente había regresado para topar con nosotros y continuar marcha juntos. Ganábamos metros, el sol era algo que ni estaba ni se le esperaba y, mientras , el cielo seguía del mismo color que el casco de un barco militar.
Ya en la zona de la consabida “U” que es lo último que queda por atacar antes del toro, la visión era pasmosa y divertida a la vez. Podía observar una rampa plagada de piedras grises y con poca zona limpia y , mientras tanto, un buen puñado de locos vestidos de fiesta , con gorros y griteríos al final de esta, menuda estampa, grandes compañeros tengo. Ataqué ese repecho, empecé bien, en un par de ocasiones mi rueda trasera amenazó con perder agarre, levanté la vista y , aunque la he subido en multitud de ocasiones, esta vez no fue así, eche pie a tierra, víctima del miedo y coroné los tres o cuatro metros que quedaban a pie.
Arriba, cuando llegamos todos un infinito número de fotografías, abrazos y sonrisas. La parada preceptiva que solemos hacer. Nos dispusimos a retornar nuestros pasos, una parte del grupo bajó por la zona de sendas , otra parte por la misma que había subido y Paco y Consuelo, a su mundo , fueron a visitar el castillo. Abajo nos reagrupamos y continuamos marcha, enseguida empezó a gotear. La promesa se estaba cumpliendo, llovía. Lo que empezó siendo un proyecto de lluvia en un instante se convirtió en un chaparrón en toda regla. Paramos para calzarnos nuestros chubasqueros, la mayoría de un verde brillante y seguimos la marcha.
Aquello no era su última palabra, la cosa se estaba poniendo seria. El agua arreciaba por momentos, el aire olía a tierra y a plantas y el sonido se había disipado como silenciado por una sordina. Hicimos un alto, bajo un puente, para hacer un momento de reflexión tras el cual se acordó que , debido a lo apremiante de la situación, regresaríamos por un tramo de la antigua N-II para acortar tiempos . A ello que fuimos , en la carretera en fila de a uno, por el arcén y con todas las luces encendidas , haciéndonos visibles lo máximo posible. Los más fuertes tomaban cierta distancia delante, los menos se retrasaban tan sólo unas decenas de metros, siguiendo el ritmo impuesto por la prisa. El agua brotaba a borbotones por doquiera, sumado al echo de la que estaba cayendo , el de los coches que nos rebasaban levantando una cortina a su paso. Nuestras ruedas haciendo lo propio, hay que recordar que vamos en bicis que no tienen guardabarros, embozaban nuestras gafas con una miriada de gotas, impidiendo la visión. Andrés , inmediatamente delante mio, levantaba con su rueda trasera litros del húmedo elemento, produciendo que yo recibiera agua tanto por arriba como por delante y , mientras tanto , haciendo el esfuerzo por recordar lo de siempre “ mantén la boca cerrada, mantén la boca cerrada” , creo que en ese tramo conseguí beber los dos litros que me recomendó el médico en su día. A su vez yo hacía lo mismo con quien me seguía. Iba notando como el maillot se empapaba, como la humedad y el frío subían por mi trasero e incluso por las partes más nobles, incluso por la cara posterior de las piernas. Las gotas caían incesantes por la visera del casco obligando a mantener la cabeza gacha.
Entramos en capital enseguida y fuimos al bar mas cercano donde cayeron una buena ronda de cafés y algún que otro carajillo y donde, sólo los más valientes, atacaron una cervecita. Tras esto una ronda de abrazos y de buenos deseos para estas fechas en las que estamos y nos retiramos a nuestras casas, empapados pero felices.
Como siempre digo, son fechas difíciles. Por una parte están aquellos que se sientan a nuestra mesa, a disfrutar de la compañía y de la alegría que nos llena, por otro la ausencia de aquellos que partieron y que dejaron su hueco vacío y que algún día volveremos a ver. Mientras tanto poco resta por hacer más allá de disfrutar de lo que tenemos, de vivir a tope sabiendo que esto es algo que se acaba, de no arrepentirnos de nada y decir a todo que si y , aunque nos equivoquemos , saber que nada es eterno y que incluso eso caerá en el olvido y dará su tiempo a rectificar. Repito, vive a tope, se inconsciente, ríete a sonoras carcajadas, tómate alguna copita y deja lo demás pasar. Se capaz de reírte de ti mismo aun cuando vayas en bicicleta vestido de Papa Noél, haz esto y podrás decir que has vivido.
Feliz Navidad amigos.
V.