VUELTA POR VILLAMAYOR 09/02/19
El día salió espléndido, en lo que pedalear se refiere. No me atrevería a decir que primaveral pero, viendo que ya florece algún almendro por el camino, creo que el invierno ya empieza a dar coletazos, que ya nos ha enseñado su peor cara y desde este día empieza a languidecer . Veremos si tengo razón.
En el azud del Ebro , a las nueve menos cuarto, catorce ciclistas pletóricos de ánimo y de ganas de , como se vería más adelante , a hacer “periodismo de investigación”. Arrancamos tras un prudente tiempo de espera que a Sergio le vino muy bien, ya que llegó el último y no conocía la zona de la quedada. Nuestra direccíón los montes de Villamayor. José H habia conseguido un track de “rutasenbici” y ciertamente ninguno conocíamos muy bien el recorrido. José H ya nos había dicho en el foro que como salían pocos kilómetros teníamos la posibilidad de prolongar la ruta haciendo unas sendas por la zona. Por otra parte Andrés , por la misma vía, nos advirtió que era un track duro, técnico y exigente , pero una cosa es cierta, en este grupo, aquí en “el Ritmo” no se amilana nadie y tampoco hay ningún problema en echar pie a tierra cuando sea necesario.
Arrancamos , como decía , a los montes de Villamayor. La ida animada, conocemos bien esa dirección, más de una vez nos hemos llegado hasta el cementerio de esta localidad para hacer unas subidas a un par de atalayas de la zona así como a un punto geodésico. Los chistes y las charlas se sucedían sin preocupación, esta gente son como soldados de los Tercios de Flandes, dispuestos a todo , curtidos en muchas batallas y con tantos tiros pegados que ya no conocen el significado de la palabra miedo, por lo tanto de una forma desenfadada atacábamos los caminos llegando a este pueblo.
Empezamos el primer ascenso, cercano al cementerio, una cuesta larga, un grado de inclinación importante pero accesible. Como en su día le indiqué a un compañero creo que lo importante es encontrar tu ritmo, seguir tu cadencia, hacer la fuerza necesaria para subir pero sin reventarte, sirve de muy poco hacer ese sobreesfuerzo por escalar como los más fuertes y luego ser un cadaver sobre ruedas , sobre todo teniendo en cuenta que aquí se espera a todo el mundo. Coronamos nuestra primera cima , se comentó que llevábamos mas de trescientos metros de desnivel, yo pensé que esto ya equivalía a una subida a las planas, pero bueno, el grupo seguía animado y de esta forma arrancamos el primer descenso. La sorpresa tardó poco en llegar , al momento los que iban en cabeza comenzaron a lanzar avisos, nos habíamos metido en una pista de enduro. Magnífico trabajo , sendas limpias, curvas peraltadas y alguna rampa para realizar esos tremendos saltos que hacen. Esto nos obligó a desmontar en alguna ocasión, ya que ni nosotros , que estamos acostumbrados a pedalear y pedalear , ni nuestras bicis están preparadas para las exigencias del enduro. Aún así los tramos que pudimos los hicimos montados, por lo que se ve no soy el único que anda justo de talento, valientes estos muchachos.
Llegamos abajo para iniciar otro ascenso más, esta vez el inicio del camino lo marcaban unos hitos de piedra que delimitaban unas sendas y para allá que fuimos. Nos encontramos unas subidas durísimas, de esas que te obligan a poner nervio pero con el esfuerzo necesario tocamos cima de nuevo. Este otro descenso continuaba por entre los árboles, un camino mucho más amable pero no exento de técnica. Llegamos a un terreno con badenes, que por lo menos a mí, me propició algún sustillo al tocar la tripa de mi bici el suelo en una ocasión y en otra alcanzar con el pedal derecho el borde del camino. Nada importante, un disparo de adrenalina , el corazón a mil y a seguir pedaleando.
En nuestra última subida ya empezábamos a pasar del track, arribamos a una de las atalayas de vigilancia que en la zona se encuentran donde hicimos la parada técnica y la foto preceptiva , tras unos minutos de reflexión y de debate para ver por dónde podríamos prolongar la ruta (lo que habíamos echo nos sabía a poco) optamos por volver por la gravera y hacer unas sendas por la ribera del río Gállego. A por ellas que fuimos y , ya que esta vez, el que mejor se las sabía era Paco Ines fué el quien marcó el ritmo y la ruta.
Un tramo divertidísimo este de las sendas, discurre paralelo al río, entre los árboles y densa vegetación, con curvas reviradas, subidas, bajadas , piedras, raices y ramas por todas partes. Lección de técnica a raudales. Tomamos estas veredas a la máxima velocidad que nos permitía , tanto la vía como nuestras monturas, pude ver a ciencia cierta como mis compañeros ,y yo mismo, disfrutaban de aquel trecho. Al llegar al final dimos media vuelta para cogerlas otra vez, en esta ocasión algún compañero tomo el camino fácil, no entrando a las sendas, mientras que otros nos las comimos enteras otra vez.
Como anécdota rescatamos a un chaval que, apurado , se había atascado y caído en el barro. Iba el muchacho como un auténtico ecce homo, de barro y de suciedad. Llamó a su padre , que al momento vino a por el y nosotros nos fuimos al bar (cosa extraña porque no solemos ir a ninguno).
En el bar , como no puede ser de otra forma, ronda de cervecita, fotos , chistes y comentarios de las mejores jugadas. Todos disfrutamos el día y la ruta de forma extraordinaria, incluso los más nuevos en el grupo.
Yo en ocasiones soy un ser extraño y esquivo, me dediqué a observarlos, a mirar a cada uno de ellos, a examinarlos. Pude ver en sus ojos ilusión, felicidad, lealtad, alegría. Creo firmemente que en ocasiones la vida se limita a esto y poco más. Todos ellos distintos, todos ellos con su nivel, pero todos ellos, del primero al último, magníficos. Todos ellos ciclistas.
Para concluir este relato parafrasearé a Becquer con aquello de:
¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «Levántate y anda!»
Gracias a todos.
V.