SALIDA 1 DE MAYO
La macro quedada
Es imposible, literal y efectivamente imposible. Empezaré en esta ocasión por algo que tendría que ir al final y es pidiendo disculpas porque cuando acudes al lugar de la quedada y hay emplazados cuarenta ciclistas, como digo es imposible acordarse de todo.
Impresionante se queda corto, a las nueve de la mañana, sin madrugar mucho, en el lugar de la quedada (en esta ocasión el parque del Zig-zag) tal cantidad de personas que una señora que por allí pasaba llegó a preguntarme si aquello era una concentración. Hay que decir que se encontraban de todos los grupos: Team, Finishers, China-chana, El ritmo lo marca el último y principiantes. De tal forma que allí había personas de todos los tamaños, formas y colores, a elegir. Organizaba en esta ocasión José Luis, lider de Finishers bajo un track de Paco Ines que llegó a pregutar de quién era esa ruta resultando que era suya. La jornada se presentaba buena, sin aire , con sol, ya primaveral con una temperatura moderada, una gozada vamos, el único inconveniente que puedo encontrar es que ha sido un invierno seco y de esta forma el campo todavía no esta plagado de aromas.
Arrancamos tras una tanda de saludos interminables, casi parecía aquello un besamanos real, dirección el Burgo de Ebro. Los Teamers enseguida tomaron ventaja porque , aunque habían quedado allí con el propósito de vernos a todos, su destino era otro que el nuestro. Difícil controlar una horda de ciclistas con niveles muy dispares en una fila que se hacía infinita pero ahí estaba nuestro Finisher de punta a punta velando por la integridad de todos nosotros. En un momento del recorrido visionamos a nuestra derecha la Ermita de San Jorge, entre risas y cachondeo comenzó aquello de …. a que la subimos, a que no hay narices (la palabra no fue precisamente narices, pero imagino , querido lector , que ya te imaginarás cuál). Total, que si si, que si no, al llegar al cementerio del Burgo, para arriba que fuimos. Están locos estos romanos.
En la pequeña historia que te voy a contar a continuación hay que pensar quién son los protagonistas, por un lado Horacio que hay que recordar que es uno de los mejores tiempos subiendo Salinas, y por el otro yo, que no lo soy. Quiero decir pues que cuando llegué ya había ocurrido, pero puedo narrarte qué es lo que vi. Como decía Horacio, que enseguida despegó en la subida, al atacar la segunda parte, la que se halla después del parking o lo que eso sea, le hizo la bici un caballito y cayó de espaldas. Cuando yo arribé allí había una docena de personas atendiéndole ,enseguida pregunté por el suceso y los demás (yo aún estaba sin resuello) ayudaron a incorporarse al susodicho y lo acomodaron en uno de los bancos del lugar. Todo eran atenciones y todo preocupación. Horacio se dolía de su espalda , cuello , cabeza y un hombro ( con probabilidad sobre el que habría caído ). Enseguida se repuso de sus dolores y seguimos marcha , iniciando el descenso, reagrupándonos a las puertas del cementerio y después continuando hacia la Presa de Pina que era nuestro objetivo primigenio. El ambiente era jovial, casi festivo, los más potentes en punta ,los menos atrás, como no puede ser de otra forma y, tras cruzar la carretera y unos pocos caminos más, llegamos a la citada presa.
Pletórica esta de pescadores con sus coches y sus cañas, alguien dijo “no gritéis mucho o le espantaréis los peces” tarde , pensé yo, menuda turba somos. Foto como mandan los cánones, alguna barrita o plátano, un ratito de cachondeo y en marcha que volvemos a capital.
La vuelta fue ágil, puede que incluso demasiado, entiendo que los más fuertes hacen esto sin mala intención , claro está, que de alguna forma esta en su chip y tiran sin darse cuenta las velocidades que llegan a alcanzar. Esto hace que en varias ocasiones tuviéramos que refrenar nuestra marcha para esperar por un momento a los más rezagados. Javier L se despidió enseguida, estaba teniendo dolores en uno de sus pies y decidió acortar la ruta y volver a casa. Por otra parte, al llegar a la Cartuja, cuando nos disponíamos a tomar la Pasarela del Bicentenario (puente verde) Horacio y un par de compañeros más se despidieron de igual forma, se les echaba la hora un poco encima y también tomaron la vía rápida para volver. Los restantes, a por las sendas, esas que tanto le gustan a Paco. Lamentablemente paramos en este lugar a bastantes personas, pero eso si, siempre dando las gracias y con la cortesía pertinente. Éramos muchos marchando en fila india por aquellos senderos y la gente se echaba a los lados para dejarnos pasar.
En esta parte me despisté yo, Paco y unos pocos más decidieron hacerse las sendas del Gállego mientras el resto completamos el track para acudir al bar La barca donde tomamos la cerveza tan bien ganada en esta ocasión.
En este punto nos reunimos todos al final, unos y otros, en una mesa eterna plagada de gente. Tras echar un ratito de buen ambiente, chistes y risas e incluso planes para próximas rutas (léase una nocturna que se está cociendo en las cocinas de principiantes) nos despedimos para regresar a nuestras casas a una hora todavía prudente.
Se que estas reuniones tan multitudinarias son difíciles de realizar, si ya cualquier día cada uno de nosotros puede tener uno u otro asunto para acudir a la ruta, cabe imaginar para reunir a semejante cantidad de personas. Ahora bien, tengo que decir que para un “de vez en cuando” está muy bien. Volver a ver caras amigas que no veía desde hace claramente demasiado tiempo y compartir pedales con personas con un mismo objetivo. Al fin y al cabo a todos nos gusta la bicicleta, a mi me aporta libertad, deporte y buenas sensaciones. ¿Qué te aporta a ti?.
Gracias
V.