15/12/2019 LA PUNTAZA
El día comenzó benévolo, quiero decir, hace frío y ha estado lloviendo, esto es inevitable, estamos en la fecha, sin embargo la mañana se prestaba a coger la bicicleta. El sol brillaba en el cielo, no había muchas nubes y el aire no nos daba castigo. Todo iba bien.
Paco propuso una quedada que el llama de “Principiantes” y a las que yo, medio en broma, medio en serio, le digo que principiantes por los... en cualquier caso el track prometía sesenta y ocho kilómetros y un desnivel bastante respetable. Aquí es donde empezaban los peros, porque la salida la tenía establecida en Monzalbarba, por lo tanto faltaba el trecho hasta llegar allí. Además el punto de reunión fue en la antigua sindical y desde mi casa son doce más, estuve echando cuentas y con la tontería me salían los cien. Me armé de valor y para allá que fui.
Arribé justo de tiempo, más bien tarde, en ocasiones las cosas no salen como están planeadas. Por el camino hallé a Jesus Embid, poderoso donde los haya y que se encontraba confundido con el punto de reunión. En definitiva, juntamos nuestra ruta y, juntos acudimos al Parque Deportivo Ebro. En aquel lugar nos esperaba José H, el resto ya habían salido bajo la promesa de nuestro líder del Ritmo de darles caza. Sin tiempo a reaccionar , a tomar aire , arrancamos para alcanzar a nuestros compañeros. ¿El camino? Conocido, hemos pasado por allí mil veces, pero eso si, a cuchillo. Me faltaban las fuerzas, era incapaz de seguir el ritmo que andaban imponiendo mis compañeros, de todas formas di lo mejor de mi, intentando mantener el pabellón. De esa forma acabamos llegando hasta donde el resto del pelotón, ya en Sobradiel. En el lugar pude ver un sinfín de ciclistas de este nuestro BTT Zaragoza como por ejemplo el querido St José Luis, lider de los Finishers, acompañado de David ( un tío genial) y alguno más de sus acólitos. Algún miembro de los China- chana, como Chemita dinamita o Currito, un buen número de los del Ritmo e incluso alguno más de Principiantes. En total rondaríamos la treintena, incluso puede que superáramos el número, la sola visión de esa turba asustaba, un conjunto de titanes capaces de cualquier hazaña. Esta claro que hoy no era mi día de suerte, sumado al echo de que venía arrastrado y fuera de punto en su totalidad se sumaba el que , nada más llegar arrancamos de nuevo. Perdí la cuenta de los kilómetros que llevaba yendo a fuego y sin tregua. Todo segía bien.
Sorteando tramos interminables de charcos y barro , saliendo perdidos hasta las cejas. Marchamos por caminos hasta alcanzar Alagón , sabía sobradamente que sobre pasaríamos la localidad , por lo que llaman la carretera a Cinco Villas hasta llegar al punto donde comenzaba el ascenso a la mencionada Puntaza. Seguía yendo a fuego, el ritmo que marcaban los más fuertes no era inalcanzable, pero si exigente. A la ida incluso muestro apreciado José Antonio tuvo un tiempo de conversación conmigo. Lo que en ese momento todavía no sabíamos es el protagonismo que esta persona cobraría a lo largo de la jornada.
Continuando con la narración diré que ese tramo de carretera no me gustó demasiado, circulábamos todos correctamente, quiero decir, en fila y por el arcén, pero hay que recordar que la entrada a la autopista se halla allí mismo y que los coches no todos pasan respetando el metro y medio. De todas formas sobrepasamos ese obstáculo sin mayor inconveniente. Como decía nos llegamos hasta donde comienza la subida. Es bonita, discurre entre tramos de curvas serpenteantes bordeados de vegetación, pequeños valles angostos pero con cierto encanto. José H y Paco decidieron escoltarnos a aquellos que nos quedábamos rezagados, ellos mismos nos informaron que el ascenso eran apenas cinco kilómetros, pero creo que fue una de esas mentiras ciclistas por que a mi los números no me salen. Insisto, todo iba bien, el camino marcaba cierta inclinación, en algunos tramos más amable en otros más notoria, pero es lo que tienen los caminos , que no son regulares. En esas andábamos cuando el entorno cambió, las cuestas comenzaron a hacerse imposibles, los escalones impresionantes, definidos por esos saltos de yeso blanco y piedras cortantes. De esa forma llegamos a coronar a los pies de los aerogeneradores del alto conocido como la Puntaza. Llegué sin aliento, con la ropa empapada en sudor pese al frío, en el lugar, esperándome, todos mis amigos de este genial grupo. Rápidamente José Luis vino a contarme que esta vez no llegaríamos arriba, el tiempo empezaba a apremiarle y no daba para más. Repito, no tuve suerte esa jornada, conforme llegué me dispuse a abrir una de las barritas y en esto andaba cuando una voz dijo repentinamente “venga, que nos vamos”. Ojiplático me quedé, con el primer mordisco dado, sin recuperar el resuello a dar pedales de nuevo, que le vamos a hacer hay días que son así.
Comenzamos a bajar por un terreno asfaltado, bestial, unas pendientes tremendamente pronunciadas, de vértigo , con curvas dignas de un circuito . Señales de limitación a veinte y la bici lanzada a cincuenta. Tratando de contener la montura en una bajada claramente feroz. Los frenos chillaban por el esfuerzo, los discos calientes a más no poder, siendo cautos con la frenada para compensar ese calor y que no perdieran efectividad. Sabido es que cuando los discos se calientan demasiado dejan de frenar.
Abajo ya, arribamos donde estaban el resto de ciclistas e iniciamos el regreso. El cansancio era patente en alguno de los miembros, tanto es así que incluso tuve que tomar un gel para asegurar la llegada. Se decidió acortar un poco el regreso , realizándolo por el mismo recorrido que habíamos venido. El tiempo comenzaba a mejorar, la temperatura había subido unos pocos grados y , aunque seguía haciendo frío para el común de los mortales, para el resto que nos afanábamos en pedalear ya no lo era tanto. Alguno de nosotros llegó a su máximo esfuerzo, aquello empezaba a parecer un acordeón, que se estira para volverse a encoger , alguno había llegado más allá de sus límites y le costaba un esfuerzo ímprobo seguir la marcha. Todo estaba bien, hasta que se desató el caos.
Cerca andábamos ya de la capital, en un tramo de asfalto, oí un sonido y levanté la vista del pelotón, lo vi, de repente , tirado en el suelo, con los ojos cerrados y sus labios apenas un trazo , prietos y enjutos, aguantando el dolor. José Antonio cayó, por lo que se ve se enredó su manillar con otro y al suelo que fue. Enseguida acudimos a socorrerlo, en primera instancia le pregunté si le dolía el cuello o la cabeza a lo que respondió de forma negativa. Dijo que su dolor procedía del brazo, hombro y cadera, con seguridad lo primero que topó con el suelo. Lo mantuvimos tumbado un lapso de tiempo, unos cuantos cortaron la dirección de la carretera , otros retiraron las bicis. Pidió que le retiráramos la mochila, ya que le estorbaba en el suelo, lo incorporé lentamente y fui quitándosela con sumo cuidado por el lado bueno, Arturo ofreció sus espinillas para que pudiera apoyarse a modo de respaldo. Tardó un tiempo en recuperarse, pero al final así fue, ya repuesto seguimos marcha, hasta llegar de nuevo a las inmediaciones de la sindical.
Se volvió a partir el grupo, entre los que se quedaron , un buen puñado de ellos acudieron al bar a por un merecido refrigerio, el resto nos dispusimos a llegarnos a nuestras casas, que ya habíamos tenido bastante. Una gran ruta, una gran reunión.
Para finalizar te diré que echaba de menos acontecimientos como este, precisamente el día de antes había estado comentándoselo a José Luis, cuánto me gustan estas salidas conjuntas que hacíamos de vez en cuando, siempre entre amigos. Es cierto, se salen de la rutina y me encantan, me gusta mucho volver a ver caras a las que hacía tiempo que no veía y compartir caminos con ellos. Insisto, bajo la bandera del Ritmo, la de Principiantes, la de Finishers o la que sea, no hay que perder las buenas costumbres y siempre es bueno rodar con un amigo.
Muchas gracias por tu atención.
V.