Ruta 10/06/2023 Sabina milenaria / Pozo de hielo.
Una isla por si solo.
“Sólo se vive una vez, pero si lo haces bien una vez es suficiente.” Mae West
“No puedes evitar que las aves de la tristeza pasen por encima de tu cabeza, pero puedes evitar que hagan un nido en tu cabello.”
Proverbio chino.
Hoy el día amaneció nublado. Una certera amenaza de lluvia proveniente de un cielo plomizo, pesado. Recuerdos inundan mi mente, algunos tan vívidos que parece que fueran de ayer mismo. Pero no, soy consciente del paso del tiempo , se que veinte años no son nada.
De la misma forma asaltan mi cabeza imágenes dispersas, como diapositivas que alguien te dejara ver sólo un momento. Imágenes que una vez fueron reales y , aunque se me está amontonando el trabajo, hoy sacaré un poco de tiempo para contarte qué es lo que recordé. Hoy tendremos una crónica, hoy te contaré que ningún hombre es una isla por si sólo.
El Sábado por la mañana , temprano como acostumbramos a hacer, nos reunimos trece ciclistas, trece amigos a pasar un buen rato. Ruth de nuevo entre nosotros y yo encantado de volver a verla. Ibán , hoy se iría un poco antes, luego sabrás el por qué. Francisco, la sensatez y el buen juicio hechos persona. Pedro G y sus piernas de acero. Javier L recuperado sólo en parte de sus rozaduras. Javier T con el mejor de los humores . José Luis , su buen hacer y su mejor talante. Juan Carlos, albricias de volver a encontrarnos, hacía ya demasiado tiempo. Manu, un cachondo con toda la cuerda dada. Pedro hoy venía un poco flojo, llevaba casi un año sin tocar la bici, pero aquí estaba de nuevo , adscrito al Ritmo. Álvaro, inteligente y en ocasiones socarrón, un excelente sentido del humor. Mariano, gran ayuda y mejor persona y cerrando filas este vuestro seguro servidor.
La ruta hoy no era demasiado dura, pero tampoco convenía menospreciarla. El cielo gris ocultaba el sol y un viento ausente acabó proporcionando una sensación de bochorno que nos hizo sudar hasta perlar nuestros cuerpos. Arrancamos pues por un camino que , aunque a la vista pudiera parecer llano , no lo era. Estaba claro que lo formaba un leve ascenso que hacía que tu bici marchara siempre un poco atrancada, que tuvieras que hacer fuerzas siempre sin oportunidad para descansar. El grupo marchaba compacto, devorando kilómetros sin piedad. Nos encaminábamos con decisión hacia Perdiguera pero, claro está , haríamos primero la parada el la Sabina.
Una buena parte de nuestros compañeros no conocían el lugar, este asunto de un árbol de más de dos mil años les escamaba y les traía curiosidad casi a partes iguales. Este árbol es lo que queda de un antiguo bosque del que salió la madera para los barcos de la Armada Invencible, que tan mala fortuna tuvo. De no ser así tal vez en la pérfida Albión hoy hablarían español.
Rodábamos sin problemas encontrando alguna tachuela ocasional. Tramos de terreno de subida dura, pero no más allá de unos pocos metros de longitud. Los ánimos del grupo se encontraban en un punto álgido, sabiendo que cada vez estaba más cerca nuestro destino. Pedro acusaba su tiempo sin bicicleta, pero como el es un hombre fuerte y todavía no llevábamos demasiados kilómetros lo podía soportar.
Enseguida coronamos una cuesta, dejando a nuestra izquierda un terreno vallado en el que hay un circuito para motos. Ahí van los trialeros a quemar gasolina, a coger experiencia , a aprender y a hacerlo cada vez mejor. El terreno se abrió repentinamente a nuestra izquierda mostrando no muy lejos un extraño y solitario árbol. La sabina milenaria.
Llegamos hasta el punto y realizamos nuestra visita. Manu se hallaba maravillado , en una especie de trance , intentando asimilar que este ser inamovible llevara más de dos mil años aquí. Sólo acertaba a decir algo así como “es increíble” y a preguntarse si era eterno, si este árbol viviría para siempre.
Todos juntos lo habíamos conseguido, siendo un equipo, arrimando hombro con hombro, teniendo un mismo ideal. Hicimos el descanso de rigor, un pequeño refrigerio para reponer fuerzas, la foto de grupo y , sabientes de que aquí perderíamos a parte del grupo , tras hacer la foto reanudamos marcha.
Se fueron dirección Zaragoza cinco de nuestros amigos. Iban, Álvaro, Ruth, Francisco y Mariano. A la mañana siguiente tenían una carrera, la Jorgeada, y no querían acudir cansados en exceso. Sin muchos preámbulos marcharon ellos , seguimos nosotros.
Ya en Perdiguera el bochorno era como una losa, como llevar un pesado abrigo en Agosto, como intentar respirar cuando tu hermano se te había sentado encima. Aprovechamos para reponer agua a la sombra de los árboles del parque. José Luis comenzaba a agobiarse con lo de la hora pero, tras un rápido cálculo le dije que no, que todo iba bien.
Visitamos el pozo de hielo, lo tienen perfectamente cuidado y conservado. Un lugar con encanto , de esos que hacemos en el Ritmo y que merecen la pena de ver y tras otra buena tanda de fotos nos pusimos a pedalear de nuevo con destino Zaragoza. Ahora la mayoría del trayecto sería cuesta abajo, generosas y amplias bajadas, de esas que invitan a soltar frenos y dejarte llevar. Auténticas autopistas para ciclistas de montaña veteranos ya de mil batallas. Pero bueno , hay que recordar esas mentirijillas ciclistas y si bien la mayor parte del terreno sería cuesta abajo es de honor decir que no todo. Que todavía quedaría alguna cuestecilla que salvar, alguna tachuela que ganar.
El teléfono comenzaba a sonar con los mensajes de nuestros compañeros que habían llegado ya a sus casas. Nos advertían de esta forma que todos estaban bien. Así cuidamos unos de los otros, por que ningún hombre es una isla por si sólo. Sabíamos que no nos quedaba mucho para llegar, que a lo sumo sería media hora, tal vez tres cuartos y ese era el tiempo de ventaja que nos habían sacado. De todas formas te diré que me pareció una sabia elección la de volverse antes, que teniendo carrera al otro día y sin saber qué es lo que te vas a encontrar....
El día nos estaba perdonando , dejando una maravillosa jornada de bicicleta . Alguno de los componentes empezaba a mostrar cierto cansancio, pero sabiendo que no nos quedaba apenas nada sus fuerzas no disminuían . Ansiosos por llegar.
Ya en el bar nos rehidratamos como es conveniente y compartimos un magnífico tiempo entre amigos. Un tiempo que ahora, al recordar, dibuja una sonrisa en mi cara.
Aquí, escuchando como Paul McArtney me dice:
When I find myself in times of trouble
Mother Mary comes to me
Speaking words of wisdom
Let it be
And in my hour of darkness
She is standing right in front of me
Speaking words of wisdom
Let it be
Acuden a mi memoria unos versos que quiero compartir contigo.
¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
John Donne.