Ruta 24/09/2022 El toro de Alfajarín
Más allá de las nubes.
Estamos hechos de la misma materia
de que están hechos los sueños.
Me gustaría ser una nube blanca
en un cielo infinito
para seguirte en todas partes y amarte cada instante.
Si eres un sueño no me despiertes.
El beso. (Pablo Neruda)
Amaneció un día extraño, las sensaciones se agolpaban pugnando por ocupar un lugar preferente. Por una parte la alegría de una mañana de Sábado con amigos, con una nueva ruta por delante, por otro la incertidumbre.
Iba a decir tenía, pero diré tengo. Tengo un amigo, el pobre falleció hace unos pocos años pero siempre está presente en mi corazón, respondía al nombre de Gonzalo. Un día le preguntó a su padre : “Papá, ¿ es siempre esta incertidumbre? “ y su padre , de forma escueta le respondió con un si. Hoy esta desazón también concurría . Aemet , en el mejor de los casos, nos vaticinaba un día de lluvia , con altas posibilidades, y yo lo creí. Este había sido un verano estéril en cuanto a agua . El suelo se mostraba seco , árido, con todo el verde más que agostado, muerto como manos de cadáveres asomando del suelo. Iba tocando que lloviera y yo, como digo, lo creí.
Un cielo encapotado , amenazante, reinaba en lo alto dejando apenas unos breves espacios al azul. Creaban estas una rara atmósfera, dejando filtrar los rayos de luz del sol perpendiculares desde un punto de fuga más allá de nuestra visión , dejando ver un entorno ya otoñal, pleno de cálidos ocres. A decir verdad este paisaje siempre ha traído a mi cabeza la misma frase , si Dios vive en alguna parte tiene que ser ahí, entre esas nubes.
En el Azud del Ebro, al final , dieciséis almas, pero este no sería nuestro número definitivo. El destino quiso regalarnos uno más , llegando a diecisiete. Entre los reunidos caras sobradamente conocidas . Antonio acudía acompañado de su homónimo hijo, un tigre de diecinueve años, con un tipo de todo un profesional, simpático y agradable . José Luis, dispuesto a ayudar un día más. Gonzalo , que se ha ido ganando su sitio en el pelotón salida tras salida y que hoy, no se por qué promesa por cumplir, se empeño en viajar el último del pelotón , protegiendo a los compañeros. Álvaro , ya habitual, un encanto de persona con una infinita sonrisa en su rostro. Quintín , en su segunda salida después de las vacaciones. Javier E , piedra fundamental en este equipo. Pedro, todo un tigre. Ibán, un hombre sensato y siempre dispuesto a echar una mano. Fernando J, otro grande , simpático y siempre sumando. Pedro G, un hombre amable y educado, de los que quedan pocos. César C , miembro de pleno derecho del Ritmo, siempre aporta su granito de arena. Manuel P acudía haciendo un ímprobo esfuerzo ya que tiene que cuidar de su hija. Jorge H en su tercera visita con nosotros, parece ser que el Ritmo también le ha calado hasta los huesos. Javier en esta ocasión en su segunda, esperemos que se repita y haya una tercera y Óscar, el destino tuvo a bien regalarnos su compañía y cerrando estas líneas, como siempre, este junta letras dispuesto a servirte .
Iniciamos la marcha a la hora prevista , incluso , como siempre , dando cinco minutillos más de cortesía por si alguno pudiera haberse retrasado. Dirigimos nuestros manillares por la ribera del Gállego, buscando Santa Isabel, El viento era algo ausente y si bien este era el principio del Otoñó y todavía no habían llegado los días de frío intenso, la bajada de temperaturas se empezaba a notar. Buscábamos las inmediaciones de Villamayor , pueblo conocido entre otras cosas por su harinera, anhelando la protección de sus calles y el terreno asfaltado que hoy nos venía tan bien. El grupo marchaba de forma compacta, gracias a la ayuda de nuestros compañeros, aquí cada uno aporta su granito de arena, sin pretensiones, mostrándose de forma humilde igual que los demás, sin mayor ambición que la sana intención de que todo vaya, bien, de cuidar de uno mismo y de los compañeros.
En realidad al poco de salir de Villamayor ya se veía la silueta del toro en el horizonte. Dirigimos nuestras bicis de forma paralela a la A-2 , Acudían a mi mente los recuerdos, me debatía entre el abrigo del mundo de los sueños, abstraído por esos pensamientos, y la realidad atendiendo a uno u otro camarada del pedal. Un tiempo en el que ya realizáramos esta ruta en época navideña , ataviados de forma ridícula con los trajes de papá Noel , pero claro está , la vergüenza se tiene para otras cosas. La calidez de esas imágenes llevaban a mi corazón a un sentimiento chiquitito, a una pequeña llama que permanecía latente ahí.
Nos llegamos al punto donde la subida arranca. Esta era en realidad la única dificultad que podríamos encontrar en toda la ruta. Se advirtió a los compañeros del desvío (ahora viene el tirón de orejas, hay que intentar llevar el track) , abandonaríamos la subida asfaltada para entrar de lleno en tierra. Un terreno que en algún punto podría presentar piedras sueltas e incluso considerables surcos , marcados como cicatrices en una barriga. Gonzalo estuvo atento, vió dos de nuestros ciclistas que se desviaban en este punto, probablemente había superado de forma inadvertida el desvío, y anduvo raudo a su rescate, recuperándolos y volviendo a la seguridad que da salir en grupo. Cuando estaba ascendiendo recibí una llamada, pero que quieres que te diga, me pilló en un momento que justo me venía calcular si ahora tocaba respirar para adentro o para afuera y no atendí al teléfono, anoté mentalmente que en cuanto parara lo haría. No hizo falta, llegando a la cima se hallaba Óscar, me dijo que si tenía una llamada perdída que era suya, Así pues misterio resuelto.
A los pies del toro un cielo infinito se abría ante nuestros ojos, demostrando claramente lo pequeños que somos. Las nubes parcheaban las alturas dejando breves espacios al azul, la silueta del toro reinaba magnífica, imponente y nosotros, maravillados, nos afanábamos en recoger fotografías del lugar. El reto se había conseguido, a nuestros pies la autopista. Los coches y camiones que ocasionalmente pasaban parecían más un juguete de micro machines que un vehículo real con alguien adentro. Tras la pausa de rigor, la foto de grupo y reponer fuerzas por un momento reemprendimos el regreso. Antonio , todos sabemos que el es un veterano , me comunicó sus ganas de bajar por las sendas, pero no sólo las primeras, si no todas, hasta las de los pinos. Le dije que me parecía correcto, no se le puede poner puertas al mar, que le propusiera al resto del grupo la idea y que aquel que se decidiera a bajar con el que me lo cuidara, que reagruparíamos abajo. Dicho y hecho, el grupo se separó como fue pertinente y cada uno bajó por su parte. Nos reunimos abajo como estaba acordado y continuamos pedaleando camino a casa.
En el regreso un ligero viento se levantó, estas cosas suceden a veces, el reloj va avanzando y el clima se muestra voluble, pero era algo que no llegaba a herir. Acariciaba nuestros rostros pero en su esencia se percibía algo más, una velada amenaza, una seria advertencia de la que en realidad todos éramos conscientes. Traía el alma helada, un corazón gélido, buscando el invierno, diciendo a las claras que en nada todo esto que ves estaría vestido de blanco.
Cada uno buscaba refugio en la rueda del de delante, formando así una forma compacta . En los terrenos de la Alfranca , mientras yo andaba dando alguna explicación al hijo de Antonio, César tuvo una pequeña avería. Su pedal se había aflojado. Este nos comunicó que eran nuevos, que los había colocado la noche anterior y que , con toda seguridad , no los habría apretado bien. Una multitud de manos se afanaron en ayudarle. El incidente se resolvió en un tris y sin mucho más seguimos marcha.
Junto a la pasarela del bicentenario, el puente verde como es conocido, se encuentra un parque, aprovechamos para reagrupar allí y en un alarde de suerte , José H me llamó. Salía ahora de trabajar y me preguntaba a que bar íbamos a acudir por que llevaba intención de venir. Albricias.
Tras la pequeña parada reiniciamos marcha. En esta ocasión , Javier, el que viniera por segunda vez con nosotros, andaba acusando cansancio. Varios nos quedamos rezagados con el, Gonzalo abriendo camino, cortando en viento para todos los demás, Javier en segunda posición, yo inmediatamente detrás, cerciorándome de que todo anduviera bien y , cerrando este escuálido pelotón , Ibán , tan atento como siempre. Asi recorrimos los escasos kilómetros que nos restaban hasta llegar a la Barca, lugar en el que compartimos unas cervezas y unas papas bravas y , tras buscar un último calor para nuestros corazones , volvimos a nuestras casas. Estas pequeñas cosas son la felicidad.
Epílogo:
Ser felices.
la mayoría de la gente jamas cuestiona sus pensamientos y se quedan atrapados en la vida por la emoción del MIEDO. Aprendí que para cultivar la felicidad en nuestra vida tenemos que entrenar nuestra capacidad de tomar acción , a pesar del miedo. Que la felicidad no es algo que viene de AFUERA dependiendo de las circunstancias si no una decisión consciente que tenemos que tomar CADA DÍA.
Muchas gracias.
V.