Ruta 03/09/2022 Vallobera/ Molino solitario.
El día amaneció mohino, el sol reinaba en lo alto pero ya no refulgía en un intenso blanco níveo como pocos meses atrás. Mas bien un débil ocre, salvando por donde podía un cielo cubierto de nubes. De todas formas , pensé, esto unido al hecho de que apenas teníamos viento , nos regalaría una perfecta mañana para pedalear, como así fue.
Veinte en el punto de reunión aunque nuestro número sería en breves el veiniuno. La llegada de Luisete que , aunque un poco más tarde, llegó a alcanzarnos, a completar el grupo. Entre los presentes caras muy habituales, de los de siempre y un buen puñado de caras nuevas, dispuestas a compartir un día de bicicletas con nosotros, a experimentar la sensación de rodar con el Ritmo.
Recuperamos a Ruth, que venía de la mano de Álvaro. Al principio me costó un poco recordarla, ya que es un sinfín de personas el que últimamente está pasando por aquí, incluso me atrevería a decir que la mayoría quedándose. José Luis U acompañado de dos amigos suyos, de su misma nacionalidad supongo, todo simpatía y bondad. Javier E recuperado de unas dolencias que lo mantuvieron alejado de la bicicleta y que por aquello de la discreción me vas a permitir que por ahora me reserve. En cualquier caso diré que siempre es un placer rodar con el , hombre educado, cortés y de los pocos que quedan. Al ser tantos en número pedí ayuda, bien es cierto. Necesitaba ojos y manos allí donde yo no pudiera llegar y , sobre todo , con la perspectiva del buen paquete de noveles con nosotros. El principio de la ruta discurre por terreno que , aunque poco, tiene tráfico rodado y , siendo del maravilloso club al que pertenecemos, debemos dar ejemplo de profesionalidad, de saber qué es lo que estamos haciendo. ¿Puedes imaginar un vídeo de un rebaño de ciclistas marchando y con unos colores que no quiero ni mencionar?. Desastroso, no quiero eso para el club en el que estoy. Como decía pedí ayuda, a José en primer lugar, claro está, pero pienso que a el en concreto no hace falta ni sugerírselo, sabe lo que hay que hacer en cada momento incluso mejor que yo. A José Luis P que viene demostrando que , aunque lleva poco tiempo en nuestras filas, puede hacer gala de un saber estar en la bicicleta fuera de toda duda. A Antonio que es otro pro sobre ruedas y también a Javier T, que ya va siendo hora por que es de los veteranos y no quiero olvidar a Mariano, grande donde los haya, de tal forma que ha llegado a convertirse en un puntal fundamental del grupo, con su gran personalidad y su infinita sonrisa.
Todo marchó de forma increíble, se produjeron más y mejor de lo que cabría exigir a cualquier persona, más teniendo en cuenta que aquí ninguno ganamos nada , más bien al revés, dotamos a la salida de nuestro esfuerzo y nuestras ganas.
Sin mucho más arrancamos. Devorábamos los kilómetros con calma, el grupo marchaba unido y siempre había alguien dispuesto , vigilante por si venía un coche u otra bici en cualquier dirección para, haciendo un alarde de civismo y cortesía , ceder el paso en caso de ser necesario. Santa Fe, Cuarte , Cadrete...
Sobrepasamos las poblaciones, vimos a nuestra izquierda el molino que dentro de poco sería parte de nuestra ruta, sería uno de nuestros destinos. Vimos así mismo el castillo , o más bien lo que queda de el. Seguimos rodando , rebasamos la avícola los morenicos . El cielo continuaba cubierto de nubes, el sol pugnaba por abrirse hueco pero era una batalla que estaba perdiendo y el aire venía cargado de aromas de otoño, de unos intensos aromas que hacían cosquillas en la punta de la nariz.
Escogimos el camino de la izquierda en frente mismo de la avícola, en nada todo aquello cambió, dejamos atrás la poca civilización que íbamos encontrando para ser substituida por un paisaje casi desértico, de matorral y poco más y por un camino que ya se mostraba decididamente ascendente. Al poco me llamaron al teléfono.
Todo el que me conoce, todo aquel que es allegado a mi lo sabe, si estoy con la bicicleta no suelo atender al teléfono, es algo así como hacerlo mientras estás conduciendo el coche, ciertamente incompatible. Así pues les tengo advertidos en el aspecto de que me manden un menaje y yo ya lo veré cuando pueda salvo , claro está , que sera urgente, entonces si, el teléfono. De tal manera cuando suena yo entiendo dos cosas, o bien es algo de propaganda , que me tienen hasta el gorro , o bien es algo urgente y ante la duda mejor parar , echarme a un lado y comprobarlo.
Vi como el grupo iba tomando ventaja poco a poco, no estoy en mi mejor momento , claro está, pero no es escusa, tendré que esforzarme un poco más en la siguiente ocasión. Fui consciente de que si atendía la llamada con toda probabiblidad perdería al pelotón y me costaría mucho después alcanzarlos, pero que le vamos a hacer, mi teléfono no paraba de sonar. Paré y lo atendí.
Era Luisete , como dije, me preguntaba por dónde parábamos y después de decirle resulta que estábamos prácticamente al lado. Recogí mi celular y continué marcha en solitario. Algún ciclista ocasional, claramente más preparado que yo , me adelantaba , cruzando un escueto saludo. Yo seguía con mi ascensión cabizbajo, centrado en la faena mientras el andar protegido por aquella garganta hacía que el sol recobrara algo de su poder, subiendo la temperatura de forma notable. Cuál sería mi sorpresa cuando veo desandar sus pasos y venir a mi encuentro a José Luis, al que sólo puedo estar agradecido. Se ofreció a acompañarme , incluso a darme algún consejo, pero que quieres que te diga, yo bastante tenía con saber si ahora tocaba respirar para dentro o para fuera. Mi pulso iba subiendo, yo insistí que subiera , que tarde o temprano alcanzaría al resto del pelotón, pero no, ahí se quedó , a mi lado, incluso en algún momento echándome una mano y remolcando este pobre y obeso cuerpo que poseo. Desde aquí mil gracias señor, por que entre otras cosas has contribuido a la máxima de este grupo, aquí no se queda nadie sólo.
Nos llegamos hasta donde José H estaba realizando su subida, pude ver cómo las semanas que no había venido , que no había cogido la bicicleta , le estaban pasando factura. El suele estar fuerte, lo suficiente para ir el primero , incluso para adelantarse y realizar sus fotos y sus reportajes. Nos hallábamos en el último tramo de la Vallobera, y ahí pincha lo suyo. Un terreno escarpado, con una buena inclinación y que en la mayorìa de su recorrido se encontraba cubierto por un denso manto de grava, que restaba agarre a nuestras monturas, haciendo un poquito más difícil este tramo, haciendo que tuviéramos que vigilar muy bien el camino elegido para coronar .
Un vez arriba y ya juntos y completos de nuevo, con Luisete entre nosotros, un paisaje llano casi manchego, salpicado de molinos eólicos por todas partes daba marco a nuestra marcha. Allí arriba el viento si se notaba un poco, pero esto yo ya lo había supuesto. Sólo había que mirar un mapa, saber dónde estaba el Norte y comprobar la dirección del viento, eso sumado a que aquel paraje no ofrecía ninguna protección...
Nos llegamos hasta el famoso mirador de las planas, el que se encuentra arriba de la cuesta de Salinas , que en esta ocasión bajaríamos. La parada de rigor para reponer fuerzas, un buen número de fotos de todo el mundo. Los que no habían estado nunca allí aprovecharon para hacerse un selfie con uno de aquellos molinos, que siempre viste un montón la imagen, y tras la foto de grupo y poco más iniciamos el descenso, advirtiendo de que habría ciclistas subiendo , que fueran prudentes sobre todo en las curvas y que la grava era algo que no se podía menospreciar.
En el desvío hacia el molino solitario, marchamos entre animadas conversaciones, entre chascarrillos manteniendo cierta distancia, por prudencia . Aquello se mostraba para muchos, como un amigo mio suele decir, “Terra Ignota”. Un paraje desconocido, algo nuevo que investigar. En cierto aspecto el grupo me recordó a cuando éramos niños, a cuando el mismo nerviosismo del que éramos portadores nos hacía llevar los sentidos disparados y una sonrisa imborrable dibujada en la cara. Al fin y al cabo este es el espíritu del Ritmo, pasarlo bien ,recuperar esos momentos en los que hemos sido niños una vez más, no perder las ganas, no perder la ilusión.
En el molino una pequeña parada, disfrutando las magníficas vistas que desde allí se regalan. Pude observar que muchos, yo incluido, ya mostrábamos cierto cansancio. Hemos llevado un verano muy caluroso que nos ha obligado a hacer rutas más accesibles, más flojas y ahora se acusa en las piernas y en el rendimiento. En este punto hicimos la oferta de partir el grupo, los más cansados iríamos al bar a esperar al resto de compañeros y nos ahorraríamos la subida del barranco de Cabras y la bajada por Valdeconsejo, los más fuertes, los más valientes , acabarían la ruta .
Dicho y hecho, un buen número anduvimos al bulevar de Cuarte, a reposar nuestros cuerpos, a tomar un refresco y a esperar a los valientes y una vez todos juntos, hermanados como siempre, nos emplazamos para la siguiente aventura .
Agradecer a José H el que haya vuelto a nuestras filas, a Luisete un poco más de lo mismo, es alguien al que no quiero perder. A José Luis P y Antonio por toda la ayuda que me brindaron, a Javier T por todas sus indicaciones, a Mariano que poco a poco ha pasado de ser un participante más para convertirse en un buen amigo y en general al resto del grupo por ser como sois, insustituibles.
V.
Muchas gracias querido lector.
P.S. Gracias a mi hija Carla por dejarme salir el día de su diecisiete cumpleaños. Te quiero muchísimo.