Ruta 23/07/2022 El Francés.
Un día de estos.
«Individualmente somos una gota. Juntos somos un océano».
Ryunosuke Satoro.
Donde antes reposara una humeante taza de te ahora se emplaza un buen vaso de fría horchata. Santiago Auserón , desde el recuerdo, me dice :
Un día más me quedaré sentado aquí
En la penumbra de un jardín tan extraño
Cae la tarde y me olvidé otra vez
De tomar una determinación
Recordándome que el sigue siendo metálico en el jardín botánico. Ay! Pensé yo, que tiempos aquellos en los que nuestra mayor preocupación era que María José no quería salir con uno...
Los recuerdos se amontonaban en mi cabeza, igual que el día de la fecha, los recuerdos del momento en el que conseguimos ser un océano , unidos.
En el punto de reunión catorce almas, a cual más dispuesta. Caras viejas, de esas de siempre. José H y su cámara de grabación deportiva (por no citar marcas) . Mariano y toda la simpatía que nos regala, Javier E, la corrección hecha pèrsona, recuperamos a Humberto , grande donde los haya. Personalmente te diré que me alegré mucho de verlo, después de sus merecidas vacaciones. Antonio, rodeado de amigos que acudían en esta ocasión. Jose Luis y su bici eléctrica , un hombre de pro, de esos que saben estar. Lieneska se decidía después de demasiadas jornadas a venir a rodar. Acudía pertrechada con nueva equipación , casco y demás. Manuel P, todo potencia , todo ganas, César , un hombre cabal y razonable. Emilio, antiguo bombero de la ciudad de Zaragoza, en su segunda salida con nosotros y al que resultó unirme un recuerdo , un viejo recuerdo pero de importancia fundamental. Amigo de mi cuñado Jesús, que lamentablemente falleció en accidente de tráfico hace ya unos años. Que Dios te tenga en su gloria querido mio. José Antonio y Ernesto, tengo que decir que no me engañaron desde el principio ( su intención no era la de engañar a nadie, claro está) , los calé bien pronto. Las pintas de corredores con un buen montón de kilómetros a sus espaldas eran palpables, no podían evitarlo, se veía a la legua. Manu era la segunda vez que venía, creo recordar, se aquejaba de su rodilla y nos contaba que tiene encargada una bici eléctrica para no perderse una ruta más. Y cerrando filas, como siempre y como no, este que firma estas líneas, siempre su seguro servidor.
Arrancamos con prontitud, con ánimo y con ganas. Aemet nos había predicho un día nublado, pero yo no era capaz de ver por donde. Un azul infinito techaba los cielos y prometía una jornada calurosa en cuanto tuviera ocasión.
Seguimos la vera del Ebro , dirección la pasarela del bicentenario, que cruzamos para encaminarnos enseguida hacia Pastriz. Las charlas se sucedían animadamete , el ambiente era relajado y todo sonrisas y buen hacer. Cesar anduvo preguntándome sobre el asunto de hacerse socio de BTTZaragoza y le informé sin dilación acerca de lo que me preguntaba. Marchábamos unidos con un ligero viento que acariciaba nuestros cuerpos , que nos ayudaba a rodar.
Un día de estos... La frase resonaba en mi cabeza, una y otra vez, casi como un mantra,
Un día de estos.
Atravesamos la Puebla de Alfindén , pasamos por debajo de la A-2 y nos dirigimos a campo abierto, a lo que es nuestro entorno natural, donde nos gusta estar, donde volvemos siempre que podemos, nuestro lugar de entrenamiento , de disfrute personal y que sólo los más afortunados saben apreciar y disfrutar. Campo abierto a nuestra marcha.
El día todavía se mostraba soportable, llevamos unas cuantas ocasiones eligiendo la ruta con especial cuidado. Los golpes de calor son habituales por estas fechas y ciertamente encierran algo de peligro. Debemos tener un cuidado especial , una atención hacia los amigos que desean compartir pedales con nosotros. Yo creo que incluso es una obligación moral elegir cuidadosamente y , de esta forma, cuidar de ellos. Ya vendrán tiempos más amables, tiempos para hacer burradas, para hacer rutas más duras y más largas, pero ahora no es el momento, por fuerte que uno crea estar.
El terreno se mostraba como un desierto, ya digo que es a lo que estamos acostumbrados por estos lares. Poco más que rastrojos y tomillo se mostraban ante nuestros ojos. Alguna zona de pino en la lejanía que no tardaríamos en visitar. El camino comenzaba a mostrar alguna subida incluso de esas que exigen esfuerzo, las trazadas sinuosas, dibujando el terreno, buscando por dónde ascender cada metro. Ahí es donde comenzó a diferenciarse quién estaba más fuerte y quién no. Unos subiendo con prontitud y otros ( como yo) aguantando el tirón y ganando cada palmo del terreno. Incluso José Luis llegó a ayudarme en el ascenso. De manera sorprendente con su bici eléctrica.
Me echó mano a la espalda y me remolcó cuesta arriba como quien va cuesta abajo. Llegando a alcanzar y sobre pasar compañeros. Me resultó increíble la potencia de su bici, llevándonos a los dos hacia arriba con una facilidad pasmosa.
Nos llegamos hasta donde arranca la subida al punto geodésico “el francés” se mostraba imponente , dura . El camino roto por las lluvias e incluso suelto en algunos tramos. Muchos subimos a pie e incluso así se hizo dura, pero no pasa nada por echar pie al suelo, vergüenza se tiene para otras cosas, como decía mi abuelo. Pocos fueron los llamados a la gloria, aquellos que consiguieron coronar sin bajarse de su montura. Si tienes ocasión, querido lector, de visitar nuestro facebook podrás encontrar unos pocos videos, de mano de Antonio a quien desde aquí agradezco, y ver la gesta.
Ya arriba la foto de rigor, la barrita o plátano, la charleta y los chistes, los chascarrillos y el cachondeo garantizado. Como tiene que ser entre amigos que comparten una buena mañana. Emprendimos el regreso, sin despistarnos, como te decía , hay que llegar a buena hora o te pilla el calor.
Ahora ya el camino se ofrecía en generosas cuestas abajo, no me esforcé demasiado, pero sabes que bajo bien, que todo lo ladrillo que soy subiendo lo tengo de técnica bajando, pero bueno, ya digo que lo hacía de forma relajada y aún así hubo momentos que llegué a estar en cabeza. A mi lado Mariano , se deslizaba, se dejaba caer, por un momento vino a mi recuerdo su pasada caída y no tuve por menos que advertirle que tuviera cuidado. Se que lo estaba teniendo, pero que quieres que te diga, así me siento más tranquilo. Me devolvió una sonrisa, el estaba bajando con prudencia y sabía que yo lo estaba haciendo también, los puntos que andaban protegidos del viento se convertían de repente en una sauna, un auténtico nicho de calor, que hacía que en un santiamén nuestros brazos brillaran de sudor. Para recuperar otra vez terreno abierto , y que el aire tocara nuestras pieles dando un respiro .
Unos pocos volvieron a casa desde el parque entrerrios, los más nos quedamos a tomar una cervecilla o coca cola todos juntos, unidos , hermanados como tiene que ser. Ya en el bar Cesar nos contó la anécdota de cómo se confundío de grupo, de una forma tan simpática y chistosa que no pudo más que arrancar un buen puñado de risas de todos nosotros. Emilio resultó en conocer a mi viejo y querido Jesús, abriendo de nuevo una herida latente en mi corazón, un recuerdo de esos que duelen. Aún así un tiempo para disfrutar. En fin, otra jornada maravillosa.
Un día de estos....
Recordé a mi suegro, decía eso, un día de estos, que tengamos una ocasión. Guardaba unas buenas botellas de vino, recolectadas amorosamente. Las guardaba para una ocasión, entonces las abriría y nos las beberíamos y, ¿sabes que ocurrió? , el pobre falleció y las botellas de vino se quedaron ahí, sin abrir, sin disfrutar, sin la ocasión. Por lo que entiendo que buscaba un momento tan perfecto que probablemente se diera, pero se lo pasó esperando uno incluso mejor. Un día de estos.
No voy a esperar más días de estos, y te recomiendo que tu tampoco lo hagas. Vamos a disfrutar lo que tenemos, lo que se nos brinda , con prontitud y ese será nuestro momento, nuestra ocasión.
Jesús , sigo sin olvidarte.
Muchas gracias querido lector.
V.