Ruta 05/02/2022 Las murallas de Grisén.
Así se viene la vida.
El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto (Charles Chaplin)
Y con esta premisa comenzamos sabiendo que incluso el que nada posee tiene tiempo. Nos juntamos un grupo de amigos, como siempre, dispuestos a emplear nuestro tiempo en algo que llevábamos toda la semana esperando. Nuestra salida de los Sábados. Todo a favor, la ruta había sido variada convenientemente ya que AEMET nos vaticinaba algo de aire. De esta forma decidimos encaminarnos hacia las murallas famosas que si bien a la ida tocaría sufrir un poco a la vuelta , propulsados por ese mágico aliado , volveríamos como auténticos rayos.
En el punto de reunión, como suele ocurrir , más participantes de los esperados, pero ya saben que aquí son bienvenidos. Entre los asiduos Javier E, Humberto , Miguel, Alfredo , José H y yo . Repitió con nosotros, lo que le convierte en uno más Vicente P, un verdadero tigre, con piernas de infarto y que en cuatro días se va a poner fuerte como el que más y otra presencia más , la de Francisco, al que hiciera ya un tiempo que no veíamos y que , iguamente, repitió en nuestras filas, deseoso de compartir la magia de este grupo.
Empezamos marcha desde el Club Deportivo Ebro, con buen ánimo, apenas hacía frío y el grupo se mostraba alegre y optimista. Dirigíamos nuestros pasos hacia las inmediaciones de Monzalbarba, pasando por sus calles. Lo temprano de la hora mostraba que la localidad todavía no había acabado de despertar, abandonada apenas por un par de viandantes ocasionales. Seguimos nuestro rumbo, impertérritos. Se colocó a mi lado Humberto que , junto a Miguel (sabemos que son compañeros de trabajo) anduvieron impartiéndome una clase magistral de historia, intentando a ayudarme a entender la situación del actual conflicto ( o más bien tirantez) de Ucrania. Agradecido enormemente por sus explicaciones, por el pozo de sabiduría que demuestra ser Humberto y por haber dado un poco de cultura a este pobre pecador. José se afanaba en marchar arriba y abajo del pelotón, recopilando material para sus grandes montajes , tanto de vídeo como fotográficos a los que nos tiene mal acostumbrados. Pedaleábamos contra un ligero viento , Alfredo y Vicente andaban de picadillo, son dos personas nobles en extremo, pero no pueden evitar picarse , entran como un toro en el mismo instante en que ven un trapito rojo. Javier E marchaba en cabeza dando , como siempre , un gran ejemplo de saber estar. Francisco rodaba sin problemas , integrado en el pelotón.
Las localidades caían dominadas , una tras otra , doblegándose a nuestro poder. Utebo, Casetas, Sobradiel. En sus cercanías hallamos un lugar, al abrigo de la ventolina . Lugar en el que sentarnos un momento , ya que poseía un banco corrido , un pequeño espacio de picnic y en el que Alfredo nos regaló con un chocolate con churros que supieron a gloria y a beso de una novia. Dejamos atrás Torres. Yo sabía que el momento más duro estaba aún por llegar. Justo antes de abordar Alagón, viendo ya su torre mudejar recortarse en el horizonte, existe una parte del camino totalmente despejada. Un páramo libre de toda protección en el que el viento allí es el señor. Esa parte costaría un esfuerzo extra como así fue. Cruzamos el pueblo, visitando sus calles salpicadas tan sólo por un poco de tráfico. Recuerdos de mi infancia sobrevenían a mi mente , viviendo por esos lugares en los que he pasado tanto tiempo. Rebasamos el cementerio, su tapia blanca ahora sirve como aparcadero de camiones del polígono cercano. Seguíamos nuestra marcha deseosos de llegar a las murallas, de comenzar el viaje de vuelta y de que el viento se mostrara a nuestro favor.
El horizonte se mostraba como una línea infinita, hasta más allá de donde llega la vista mostrando la grandiosidad de mundo en el que vivimos y cuan pequeños somos . La sensación inundó mi ser, me sentí minúsculo en un mar de inmensidad, una mota de polvo en un universo indiferente. Llegamos a “El Caracol”, es un tramo del canal pero que discurre sobre elevado, teniendo que sortear el paso del río Jalón. De ahí lo de las murallas y lo del caracol es debido a una larga escalera con esta forma diseñada para acceder desde el paso inferior del canal al superior. Una lástima que ahora se encuentra cerrada, probablemente en aras de la seguridad y debido al desatino de algún incívico que habrá hecho el tonto por esos lares. Muchas veces tenemos que pagar justos por pecadores pero claro, más vale un culpable en la calle que un inocente en la cárcel. Recuerdo que de niño yo si escalé aquel lugar, subiendo hasta lo más alto, acompañado por mi abuelo que me iba mostrando todos los misterios y secretos del lugar.
Nos hicimos unas fotos como corresponde, anuncié a Vicente que ahora venía un pequeño tramo de sendas y esto le animó. Me hizo saber que eso es lo que le gusta, que es lo suyo. Un día de estos ya haremos una buena ruta de sendas, pese a que a Miguel no le acaban de gustar. Estoy seguro que si este se decide a poner las plataformas necesarias a sus pedales cambiará de opinión . Vamos Miguel , no esperes más.
El cuenta kilómetros nos indicaba que ya era terreno de vuelta, que habíamos superado el meridiano justo cuando el viento creció un poco en su poder. Gran acierto insisto , ahora en el regreso seríamos propulsados , un premio que nos habíamos ganado sobradamente. Hicimos con premura el tramo de sendas, previo a la ermita de Nuestra Señora de la Ola, la única que conozco que se encuentra a pie llano, salvo, claro está , una pequeña subida a la salida de la zona. En esta parte tuvimos nuestra eventualidad. Marchaba Vicente muy pegado al ciclista inmediatamente anterior, este hizo un pequeño extraño ya que el terreno en esta subida se encuentra alfombrado de numerosas piedras sueltas , lo que hace que haya que elegir muy bien la rodada, el lugar por donde pasar para coronar sin problemas. Bueno, la cuestión es que si bien el de delante hizo un extraño a nuestro protagonista no le dio tiempo a soltarse del abrazo de sus calas, acabando en el suelo, eso si, sin mayor consecuencia. En un tris nos plantamos en el puente de Clavería y desde este lugar , siguiendo la vera del canal, hacia Zaragoza.
En esta zona el grupo marchaba compacto, si bien las velocidades superaban con creces los treinta kilómetros por hora. Se hizo el silencio, concentrados en mantener cada uno su lugar , impulsados magníficamente por este viento que nos estaba ayudando. En cierto lugar nos dividimos, un pequeño grupo de nosotros marcharía ya para su casa mientras otros pocos andaríamos al bar , a la cerveza que tanto nos merecíamos.
Ya en la sindical, José H , Humberto, Miguel, Alfredo y yo y el infortunio. Si , nos acompañó esta vez en la forma de un severo pinchazo. Sufrí la desdicha de un pinchazo severo y aprovecho desde aquí, querido lector, para darte un consejo, revisa de vez en cuando tu kit de reparación, la bomba, las mechas, los parches, no se , lo que lleves. Es un material que se usa de ciento a viento y puede que cuando lo necesites este caduco, como a mi me pasó. Lo que en un principio pensé que sería coser y cantar se mostró como una desatino que solo pude superar entre el cachondeo de mis compañeros y la ayuda brindada por ellos. Gracias mil señores y en especial a José H que me prestó una cámara con la que poder volver a casa.
Y así se viene la vida, mecida por el tiempo que , como dije encuentra siempre el mejor final, y que mejor final que sentirte arropado por grandes amigos después de otra jornada de maravillosas aventuras.
Gracias.
V.