Ruta 22/01/2022 Vallobera y El Molino Solitario
Inesperado
Así es como se conoce realmente a las personas. En sus reacciones ante lo inesperado. "Africanus: el hijo del cónsul" (2006), Santiago Posteguillo
La mañana surgió especialmente fría. Los termómetros nos regalaban temperaturas de varios grados por debajo del cero. El césped de los parques brillaba perlado por miles de cristales de hielo. El aliento se condensaba , lechoso y espeso, enfrente mismo de nuestras caras con un leve siseo y un cielo azul despejado pero de aspecto quebradizo reinaba sobre nuestras cabezas. Aún y todo , en nuestro foro y redes sociales , un buen número de valientes habían decidido superar todos estos avatares y quedar para tener una buena mañana de bicicleta. La cifra en un principio se elevaba a seis, de los más habituales. Alfredo M, José H, Humberto , Miguel , Javier E y yo mismo. Decidimos repetir este recorrido porque poco tiempo antes, debido a un malestar de nuestro compañero Miguel, hubo que suspender, de esta forma andábamos dispuestos en esta ocasión a acabarla.
Y comenzaron las sorpresas, lo inesperado . Ya me extrañó cuando Sergio, alias “Chomo”, me mandó un escueto mensaje, algo tan sencillo y tan simple como un “Hey”. Que raro pensé yo, pero bueno no le di mayor importancia. Enseguida se presentó en el lugar uno de los veteranos de BTTZaragoza, respondía este al nombre de José Luis. Un hombre educado y sonriente escoltado por dos chavales jóvenes. Los tres con terrible aspecto de tigre hay que decir. Uno de ellos respondía al nombre de Vicente y dijo ser sobrino de el primero. El segundo Alberto, también perfectamente equipado y con unas piernas de infarto que hacía prever toda la potencia que era capaz de desarrollar. Ya éramos nueve hasta que apareció un coche blanco.
Chomo saludaba por la ventanilla, con una sonrisa infinita. Este es un hombre que derrocha simpatía y (como el mismo dice) buena vibra y al que siempre hemos tenido un aprecio especial. Una persona con un interior de oro.
Así pues, constituidos ya como diez participantes iniciamos la marcha bajo aquel frio aterrador pasando por debajo de las vías del AVE. Los GPS's nos indicaban el camino al dedillo aunque bien es cierto que casi todos nos lo sabíamos con los ojos cerrados. Sobrepasamos Cuarte de Huerva, Santa Fe, Cadrete y María de Huerva. Marchábamos con suavidad, mantuve una muy agradable conversación con José Luis que fue contándome sobre los viejos tiempos de BTTZaragoza y de cómo en este grupo estábamos sabiendo mantener esa antigua esencia. Humberto tomó cierta delantera, iba quejándose de que el frio estaba acabando por el, es más , creo que incluso en algún momento, mientras se ajustaba su casco antes de partir, pude tal vez verlo temblar. Miguel se mantenía atrás conmigo, llevaba tiempo sin coger la bici, contando con que la última vez tuvo que volverse a casa sin acabar y no se notaba en su mejor forma. Acordamos en ir los dos a nuestra marcha, sin preocuparnos demasiado por los tiempos. Llegamos a la avícola “Los Morenicos” y enseguida al conodido como Paso de los Carros.
En este punto empezó el ascenso. Un débil sol reinaba sobre nosotros, pero su esfuerzo era tan fútil que no llegaba a calentar nuestros cuerpos. Por mi parte decir que los dedos de los pies me estaban dando martirio, me dolían, pero creo que se cuál fue mi error. Me abrigué demasiado, hasta el punto de llegar a sudar de lo lindo y , de esta forma, se me enfriaron los pies y pagué el justo precio. Tengo que decir que siempre me pasa, que no calculo bien a la hora de la ropa, pero bueno, a lo mejor dentro de cincuenta años aprendo.
El ascenso a través de la Vallobera se producía amable. Los que la conocían pedaleaban relajados, los que no se maravillaban del entorno y de la suavidad del camino. Bien es cierto que presenta un par de tachuelas, pero nada que no se pueda superar con un poco de empeño. Llegamos arriba de las Planas. Un ligerísimo viento hacia girar los molinos de forma lenta y pausada. Estos, imponentes como siempre, rodaban sus aspas con un leve susurro. Nos cruzamos con un buen número de solitarios ciclistas hasta que llegamos al mirador. Tuvimos la ventura de encontrarnos con José Mari y sus compañeros, los Trialeros de nuestro club. Anduvimos cambiando impresiones y chascarrillos un poco de tiempo, mientras nosotros hacíamos nuestra pausa , nuestro avituallamiento. Nos despedimos de ellos, deseándoles buena ruta y nos quedamos absortos en el paisaje que se regalaba ante nuestros ojos. Descendimos por Salinas, hasta el desvío al molino. Allí Vicente empezó a dar muestras de cansancio, se dolía sobre todo de sus posaderas. Sabido es que si quieres hacer bici lo primero es “hacer culo” precisamente para evitar ese dolor inhumano. José y yo le propusimos volver, no subir el barranco de Cabras que claramente se le estaba haciendo demasiado. Al final accedió , por lo que partimos el grupo, José continuaría marcha mientras yo regresaba hasta un punto en el que habíamos quedado para esperarles. José Luis regresó también , al fin y al cabo era su sobrino. Esperamos en la gasolinera Low coast que se emplaza al final de la bajada de Valdeconsejo. Nuestros compañeros no tardaron demasiado, la verdad, mientras la mañana empezaba a templarse gracias a ese exiguo pero insistente sol.
Algunos empezaron a despedirse, tomando sus propios rumbos, encaminando sus monturas hacia sus respectivos hogares. Mientras otros decididos, como siempre, buscamos un bar donde reposar nuestros cuerpos y nuestras almas.
Mención especial a Vicente L, al que hallamos por el carril bici de regreso a casa y a Chomo que tuvo a bien pagar las cervezas y las papas bravas a las que sólo seis habíamos quedado.
Y así surgen las cosas en ocasiones. Inesperadamente, de forma sorpresiva. Piensas que vas a tener una ruta discreta y acaba apareciendo una plétora de amigos, de buena gente, para acompañarte en este día.
Gracias a todos por vuestra participación y a ti querido lector como siempre por tu discreta labor. Leyendo estas líneas semana tras semana y dando vida a todas las aventuras que nos acontecieron. Sin ti esto no tendría ningún sentido.
V,