Ruta 07/08/2021 Vallobera / El Verde.
Extraño.
“Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora”
Becquer.
Por que siempre vuelve a brillar el sol, siempre nos espera un nuevo amanecer.
No acudieron a la quedada todos aquellos compañeros que lo prometieron, pero no importa, seguimos guardando su puesto, impertérritos, sabiendo que aquí está el lugar al que pertenecen, el lugar al que siempre se vuelve, el lugar al que, aunque el tiempo cubra de plata tus sienes , siempre volverás. De todas formas agradados de ver a grandes amigos con los que compartir la que sería otra gran jornada bajo el cobijo del Ritmo. Allí se encontraba Jesús con su eléctrica, Señor Todopoderoso, cuanta integridad en este hombre, cuanta luz en su mirada y cuanta claridad le acompañan. Javier E, parte indispensable de este grupo. Javier T, reciente en nuestra compañía pero ya es uno más, Sonia , fuerte y con una cabeza bien organizada, contenta como dice estar de habernos encontrado. José H , alma del grupo y fundador del mismo y cerrando como siempre , este su humilde servidor.
Hacía viento, no en demasía pero si un poco más del que AEMET nos había indicado. Arrancamos a nuestra hora y enfilamos nuestros manillares en dirección a Muel, claro está sin llegar allí. Cuarte, Santa Fe , Cadrete , cayeron rendidos a nuestras fuerzas en un instante. Sobrepasamos estas localidades sin dificultad, enseguida María de Huerva y de allí, al lugar conocido como paso de los carros, donde empieza lo divertido, donde la subida por la Vallobera comienza.
Enseguida el calor se hizo patente, protegidos por aquellas gargantas por las que andábamos. A refugio de cualquier viento u otra inclemencia que pudiera acontecer y acompañados por un sol de justicia . Podía ver como la piel de mis brazos se perlaba, cómo comenzaba a brillar como bañada en aceite pero tristemente por causa de mi propio sudor. Cerca de mi Javier T y Sonia conseguían administrar sus fuerzas, ascendiendo con más cabeza que corazón ya que les habíamos advertido que, si bien esta subida es amable, no deja de ser larga y hay que guardar algo para el final.
Coronamos el conocido ascenso, todos juntos, como una sola persona. Haciendo un pequeño descanso en este punto para , acto seguido , continuar marcha con el claro objetivo del Mirador del Verde. Bien es cierto que paramos para permitir que un par de nuestros amigos se tomaran unas fotos con los imponentes aero generadores , que giraban rápidamente impulsados por esa fuerza invisible que es el viento. Con probabilidad , medio centenar de estos aparatos se erguían ante nuestra mirada, rotando sus aspas y emitiendo un grave zumbido procedente de los mecanismos de su interior.
Encontramos un nuevo camino, bueno, no exactamente así, no es nuevo , lleva allí desde tiempos inmemoriables. Nuevo para nosotros que no acostumbramos a recorrerlo. Pero no nos gustó, lo hallamos pedregoso , roto y angosto y, aunque el lugar de finalización era el mismo nos resultó pesado .
Jesús ponía todo su empeño en vincular su teléfono con el altavoz para amenizar la ruta con música, pero por alguna razón se le estaba haciendo difícil y esto no acababa de cuadrar. Arribamos al mirador donde realizamos la foto de grupo y la parada para reponer fuerzas. Las historias de pasadas batallitas se sucedían en boca de unos y de otros. Siempre hubo quien recordó alguna caída bajando el Verde. Por lo tanto advertimos a nuestros compadres, invitándo a una descenso prudente y consciente. Guardamos distancias. El principio se nos ofreció con abundante gravilla, de esa que al accionar los frenos de tu montura consigue que no respondan, que la bici siga patinando sin reducir su velocidad un ápice. Hubo incluso quien desmontó este primer tramo, apercibidos por José de que no estaba en la mejor de las condiciones. Llegamos a Torrecilla uno tras otro, Sonia anunciaba que había divertido mucho, que esta bajada le había maravillado. Por su parte Javier T lo pasó un poquito peor. Su bicicleta no ofrecía el agarre adecuado y amenazaba con salir recto en cualquier curva de la bajada, tanto es así que llegó a considerar comprar otra bici más adecuada.
Seguimos nuestra marcha después de reponer agua en este pueblo. Otro día que tengamos un poquito más de tiempo pararemos a ver ese “parquecillo” que han construido al otro lado de la carretera, marcando la flora y fauna local. Continuamos en esta ocasión por la carretera, con la intención de encontrar el canal. Bien sabemos que también se puede volver por el “Camino de la Estepa” que incluso es más corto. Pero habiendo compañeros tan nuevos entre nosotros, consideré que sería mucho más fácil y amable por esta parte que exigirles subir la cuesta del Royo.
Enseguida nos plantamos en Zaragoza, eso si, esta vez el viento si que nos dio algún castigo, pero con la ayuda de Jose H y de Jesús que andaron prestos a los relevos, aquello fue más que llevadero.
De esta forma concluimos nuestra peripecia, un día más pedaleando con el Ritmo, un día más entre amigos.
Ahora somos extraños de nuevo, pero esta vez con recuerdos.
Gracias por tu dedicación .
V.