Ruta 17/07/2021 Rodén Viejo.
La Canícula.
Son tiempos estivales, quien más quien menos anda aprovechando sus horas en disfrutar de unas vacaciones o , cuando menos, de un pequeño asueto aunque sea de unos pocos días. Salimos de unas restricciones fuertes y no sabemos si volveremos a situaciones similares. Dentro de cada uno arde un pequeño fuego, ansiando libertad, ansiando regresar a la vida normal. De esta forma la participiación ha bajado sobremanera. Son pocos los que acuden a rodar con sus bicicletas, sólo los más fieles, los más persistentes están ahora presentes, luchando contra viento y marea.
Haciendo honor a la verdad diré que es incomodo rodar con estos calores, llega un momento en el que la presión es tanta.... pero mejor sigue leyendo estas lineas y podrás enterarte de que nos aconteció en este día , vamos juntos a descubrir nuevas aventuras, nuevos horizontes que nos brindarán un pequeño sueño estando despiertos. Vamos allá.
En el punto de reunión en esta ocasión seis grandes, a cual más. José H , siempre dispuesto , siempre preparado. Toño , que en un breve paréntesis de sus visitas al Pirineo aprovechó para dar una vuelta con un puñado de amigos. Javier E un tío de diez al que los años sólo han podido mejorar , como un buen vino. Luisete, al que me alegré mucho de ver, ya que hacía un tiempo que se había perdido nuestras salidas. Una cara nueva, Sonia es su nombre, en realidad es la segunda vez que viene con nosotros pero la semana pasada estuve tan malito que las letras saltaban delante de mi y me fue imposible escribir una misera linea. Y cerrando filas como siempre este, su seguro servidor.
Iniciamos nuestra marcha, por la ribera del Ebro, dirección la Cartuja. El tiempo se mostraba amable de momento, no hacía demasiado calor y las charlas amenizaban la rodada, haciendo que el camino pasara sin darnos apenas cuenta.
Compartí un buen trecho con Sonia, que me contó que es profesora de educación física y jefa de estudios , que uno de sus hobbys es la montaña y que , en cuanto tiene ocasión se marcha para el monte. Eso, sumado a su simpatía y a su buena actitud que nos regaló durante todo el viaje , ambientando de forma positiva la jornada. Enseguida alcanzamos el soto de la Cartuja, con ese mirador al que comunmente hemos llamado “el nido del águila” seguido de un puente estrecho, pegado a la carretera y que pende del vacío por encima de las copas de los árboles. Siempre que paso por ahí intento no pensar en este echo, el que me conoce bien sabe que las alturas y yo no acabamos de congeniar, pero bueno, a lo que nos importa. Resulta que este paso lleva ya tiempo con un buen agujero. El cemento que pisamos se halla roto, molido y abombado, tanto es así que al paso incluso cede un poco, da miedo. Pero en esta ocasión lo habían solucionado, a cualquier persona con un mínimo de cabeza pudiera parecerle un remedio burdo, un parche escaso para semejante descosido, pero ya conocemos ese refrán que dice que si parece estúpido pero funciona... han colocado un pequeño paso elevado de madera encima , que si bien no es el mejor remedio siempre es mejor que dejarlo como estaba. Superada esta zona continuamos marcha sin apercibirnos de como iban cayendo los kilómetros, de como vencíamos y superábamos nuestras marcas.
En Fuentes pudimos percibir que la gente del lugar es muy probable que andara de vacaciones también , esta zona urbana se mostraba apenas sin lugareños, sin nadie por allí más allá de algún coche que pudiera cruzar la carretera general. El cielo , de un azul intenso sobre nuestras cabezas marcaba la que sería la tónica para la jornada de hoy, prometiéndonos calor, un calor que hasta ahora no se acababa de presentar.
Iniciamos el ascenso, cada uno a su ritmo como siempre. Pedalada a pedalada ganando terreno, alcanzando un metro más arriba de nuestras posiciones. Subiendo, subiendo sin parar.
Ya , al tocar techo de una subida infame, larga y en algunos puntos con el suelo pura grava, se abrió ante nuestros ojos el destino prometido. La fuente de nuestras desdichas, aquello que habíamos venido a buscar. La torre de Rodén Viejo. Visitamos las ruinas claro está, tengo que decir que hacía ya un tiempo que no visitaba este lugar y que lo encontré cambiado. Han colocado unas vallas y unos carteles , con una ligera literatura. Si bien antes nos metíamos por cualquier lugar , como cabras locas, obviando el peligro que pudiera venir de la caída de cualquier cascote de esos restos, ahora es un camino guiado, sin nada que pueda resultar amenazante, bien diseñado y mejor pensado. Pasamos allí unos instantes, atareados en reponer fuerzas, en disfrutar del lugar, nos hicimos unas pocas fotos y enseguida emprendimos regreso por que esta vez si, el sol nos iba a dar castigo.
Descendimos de aquellos lares por caminos que nos son sobradamente conocidos, intentando recuperar la orilla del canal y que este guiara nuestros pasos hasta capital.
Este tramo se me hizo eterno, duro, y no por lo complicado del camino, que no lo es, si no por que nuestra velocidad bajo mucho. Nuestro bien querido Luisete acusaba de forma notoria el poco viento que hacía que, si bien nos proporcionaba un ligero frescor que era de agradecer, siempre ha podido con la moral y la psique de nuestro compañero. De la misma forma Sonia comenzaba a fallar. Siempre falla primero la mente, no el cuerpo. Acusaba que estaba batiendo sus records personales , más kilómetros de los que había hecho nunca, de los que se hubiera atrevido a imaginar. Sabemos que aquí en el Ritmo estamos acostumbrados a batir marcas, que nos interesa saber dónde están nuestros límites sólo para sobrepasarlos, para conseguir otro reto que superar en nuestro grupo. Andábamos en estas, buscando alguna sombra y un paso que pudiera ser mas llano, sin ofrecer desnivel, acercándonos cada vez más a nuestro final de ruta, metro a metro ganado.
Ya en las proximidades de la Cartuja, pero esta vez de retorno, Sonia nos indicó que tenía una comida con su hermana, que se marcharía directa para casa y Luisete que andaba ya tocado, que marcharía también a su ritmo.
Los pocos que quedamos andamos al bar, donde cayeron unas buenas jarras, unas papas bravas y un ratito de conversación entre buenos amigos.
Al fin y al cabo... que mejor manera hay de llenar nuestra vida si no es con momentos que merezcan la pena....
Gracias .
V.