Ruta 03/07/2021 Zuera
“La esperanza sobre tu cabeza.”
“Si supiera que el mundo se acaba mañana yo hoy todavía plantaría un árbol” M. Luther King
No voy a mentir, esta ruta no es de mis preferidas. Se ofrece facilona, llana, rodadora, pero a mi entender el paisaje es monótono, seco, desolado en algunos puntos, anodino hasta el hastío. Ofrece a mi alma la misma sensación que uno de los paisajes gélidos de Mansé. Pero hay que hacerla, bien es cierto, es tan válida como cualquier otra .
Total que acabó pasando lo que le ocurre mil veces a este extraño grupo, se apuntan en el foro cuatro y el de la guitarra y acaba apareciendo en el lugar de la quedada una plétora de caras, dispuestas a disfrutar del día y a traer algo bueno . Nueve almas fueron las convocadas en esta ocasión, recuperamos a Quintín, ya tiene unos años pero debajo de eso todavía se aprecibe el que seguro que fuera un ciclista poderoso, con unos magníficos músculos dibujados en sus piernas. Oscar, traído por nuestro bien querido Chelis, ya ha estado en otra ocasión con nosotros, pero fue en una ruta todavía más suave que esta. Se mostró animado y amigable, como digo con la disposición adecuada para afrontar este día. Humberto, amable y atento como siempre, con una sonrisa en la cara y con el que tuve la ocasión de compartir un buen número de kilómetros y una más que interesante charla. Gorka, que repetía en nuestras filas, un dechado de alegría y de chistes. Javier E , a la vuelta de unos días ausentes , empleados en visitar a su hija, a la que no veía hacía un tiempo por culpa de esta maldita pandemia que tantos dolores de cabeza nos está causando. Jesús con su eléctrica, un tío admirable, pero de los de verdad. Nuestro bien ponderado José H, que si, que es un cabezota, pero con un corazón que no le cabe en el pecho y cerrando filas este su seguro servidor.
Arrancamos pues sin dilación. El día se mostraba amable, los dioses llevan un tiempo sonriendo y mostrándose clementes. Nos ofrecen unas jornadas ideales para pedalear , incluso sabiendo que cada vez nos acercamos más a lo que podría ser el corazón del verano , y todos sabemos que en estas tierras siempre se muestra cruel e implacable. El cielo encapotado ocultaba un despiadado sol, el viento se callaba a nuestro paso, respetuoso. Ni una gota de agua, ni un pero que añadir. Nuestros pasos se dirigieron al Azud de Urdán, donde hicimos una primera y rápida parada, unas pocas fotos y reanudamos hacia el barrio del Comercio.
En nuestros corazones anidaba la esperanza, esta había plantado una semillita hacía tiempo y sólo estaba esperando el momento adecuado, el cuidado adecuado, que se dieran las condiciones necesarias y germinar. Las charlas ocasionales se sucedían de tal forma que el camino pasaba sin sentir, sin darnos apenas cuenta. Tanto es así que nos plantamos en el parque de Zuera casi por sorpresa. Allí más de uno aprovechó para rellenar su bidón. Si bien el día todavía era suave no se podía menospreciar su poder . Los cálculos de agua podían no haber sido los correctos y... bueno, a lo que nos importa. En el lugar también cayeron unas pocas fotos, repusimos fuerzas y tras hacer unas pocas sendas que se hallan en el lugar emprendimos regreso. Mención especial a un hecho esporádico que se dio , un hombrecillo, medio escondido entre las matas repletas de mosquitos, a la orilla del río se encontraba pescando allí y nos apercibió de que ni motos ni bicis estaban permitidas en este lugar. Que había un cartel que lo prohibía expresamente. No voy a negar que esto sea cierto, e incluso lo comento para que aquel que pueda leer estas lineas se de por avisado pero , haciendo honor a la verdad, tengo que decir que en ningún momento, ni de lejos , he llegado yo a ver ese cartel, o bien este hombre mintió , o bien se refería a otro lugar o bien yo soy despistadísimo , que también podría ser.
Iniciamos el regreso como digo. La vuelta si que se volvió un poco más pesada, más monótona. Se unían por un lado las ganas de volver y por otro que las temperaturas si que empezaban a subir, de forma lenta pero indefectible.
Ya veíamos en las cercanías Santa Isabel, los paisajes empezaban a ser conocidos y más frecuentados por paseantes y por otros ciclistas. Nos llegamos al parque Entrerríos y de allí , por un camino que creo que podríamos hacer con los ojos cerrados, dibujando la vera del Gállego hasta Vadorrey , donde nos esperaba el bar La Barca con unas bien merecidas cervezas. Un rato de asueto y descanso ganado a pulso tras un buen número de kilómetros. Además que demonios , venimos a por la cerveza, si no ni bici ni leches.
Así es como la esperanza se convirtió en un árbol fornido, enorme , fuerte , donde encontrar refugio, donde poder dormir tranquilo una siesta bajo sus tremendas ramas al amor de una sombra bien merecida.
Gracias mil por tu tiempo , querido lector.
V.