[quote="Valetix"]RUTA 14/11/2020
Vedado de Peñaflor, Alto Campillo.
La niebla lo cubría todo, la temperatura había bajado sobremanera y el aire traía aromas de otoño. A la quedada acudieron dieciocho ciclistas, a cual mejor, a cual mas dispuesto, pero en esta ocasión no vino José H.
No puedo evitar sentirme un poco huérfano por dentro, un poco perdido cuando alguien como José no acude. Quieras que no su presencia lo hace todo más fácil, empezando por que es él quien se encarga de la ruta o de la seguridad del grupo. Egoistamente es mucho más cómodo así. Pero es igual, todos sabemos qué es lo que hace, cual es su mérito y la faena que le lleva semana tras semana.
Tuvimos que hacer tres grupos, el virus este que nos tiene secuestrados desde hace meses es el que manda y, por razones de seguridad y de moralidad sabemos que separarnos en grupos más reducidos no es lo deseable, pero si lo aconsejable, lo ideal. Pudimos contar con la ayuda de Paco Ines y de Enrique, dos grandes de BttZaragoza, y de tal manera hicimos las particiones y arrancamos a nuestra suerte, buscando aventura, buscando retos, buscando campo abierto y , como siempre, buscando paz.
Paco se encargó del grupo de cabeza, el número uno. Enrique a su vez del intermedio, claramente el dos y yo , humildemente de “el de cola” el tres , cerrando la marcha. Quedamos en que iniciaríamos siguiendo la ribera del rio Gállego , hasta la papelera para , desde allí , encontrar el track.
Pocas gentes salían a nuestro paso, la mañana no acompañaba, empezaba a hacer frío, el otoño estaba evolucionando de forma patente, preparando el terreno para el invierno que está por venir. El cielo seguía gris y la niebla dotaba a la postal de un ambiente irreal, casi fantasmal, como si no existiera nada más allá de los metros que podíamos ver. Dicen que los fantasmas existen, ellos viven en la niebla y , a veces, ganan . Pero no son esos los fantasmas que me preocupan , los que si que me dan miedo, los que si que atormentan son esos que viven en nuestro interior. Se alimentan de nuestros miedos y si, a veces, también ganan.
Al poco el terreno comenzó a mostrarse como un ligero ascenso, ligero si, pero incesante también. A lo lejos se oía algún escopetazo y algún perro ladrando a nuestro paso . Los aromas se sucedían, inundando los sentidos. Las fogatas, encendidas en uno u otro lugar , traían olor a higuera, a lumbre , a hogar . Ese olor que percibías cuando eras chico, caminando por las calles del pueblo, olor a “antes”, ha hace tiempo.
Las torres de alta tensión emitían un zumbido siniestro. A mi siempre me ha producido respeto este sonido. Pasábamos por debajo escuchándolo de forma clara. Al poco Paco y su grupo nos alcanzó. Por alguna razón debieron hacer algún tramo más largo y pasamos nosotros delante de ellos, pero claro, siendo su grupo más fuerte que el nuestro, era inevitable que tarde o temprano nos alcanzaran e incluso nos rebasaran. Sus ojos (los de Paco, claro está) se abrieron como platos y nos dijo: “pero... ¿qué hacéis aquí?, ¿cómo lo habéis hecho?¿cuándo nos habéis adelantado?”
El cachondeo no se hizo esperar, ya se sabe que las ocasiones las pintan calvas y no hay que desperdiciarlas cuando a uno se la sirven así. Le dijimos que si era muy lento, que si se había equivocado , bueno, de todo lo que te puedas imaginar. Dejó con nosotros a Ángel , que fue mucho más a gusto y tranquilo en nuestro grupo, de esta forma seguimos marcha.
El terreno empezaba a mostrarse inclemente, la ruta estaba adquiriendo una dureza que se me había hecho difícil de calcular. Subimos todo lo que había que subir por el Vedado de Peñaflor. Nos llegamos hasta un punto en el que giraba a la derecha mientras mostraba a nuestra izquierda la atalaya a la que hemos subido tantas veces. Decidimos desviarnos del track esos pocos metros, hacernos una foto allí arriba y continuar con nuestro camino y.... Volvimos a toparnos con Paco y sus gentes. Mientras los de Enrique continuaban desaparecidos.
Atacamos el siguiente tramo , Luisete se había ido hacía tiempo, por decisión propia, dice que se había preparado un atajo al track y marchó, lo vimos alejarse entre la bruma, pensando que se estaba perdiendo lo mejor. Nos llegamos al punto geodésico , el de Alto Campillo. Vino a mi memoria cómo hace tiempo, mucho tiempo, Pascual al que aprovecho la ocasión para mandarle desde aquí un abrazo y decirle que estamos esperándolo, y Paco me trajeron a este punto por primera vez. Cómo, de la misma forma , aquellos caminos, aquellos cuestarrones , se me hacían un mundo, unas paredes cercano a lo infranqueable.
Por una de esas casualidades del destino, allí arriba, en medio de ninguna parte, esta vez si. Esta vez nos reencontramos todos. A mis compañeros les brillaba la mirada , detrás de esas mascarillas. Sus ojos sonreían con sinceridad , celebrando en cierto modo la ocasión. Hicimos pocas fotos, un poquito de cachondeo , como es habitual y seguimos rumbo a casa.
La vuelta también se estaba mostrando dura, la hora comenzaba a apremiar y el sol seguía sin mostrarse por ninguna parte. Es más, incluso empezaba a ponerse oscuro, vaticinando que sin demora llovería. Los de nuestro grupo tomamos atajos para volver, desbordados ya por la crueldad del camino. Lo hicimos todo por consenso, consultado y aprobado y , de esta forma, regresamos los que pudimos al bar.
Hoy no haré ninguna moralina, no me apetece, no encuentro la motivación ni el lugar. Sólo diré que recojo lo que siembro y cerraré con una sola frase.
Es cierto, lo que ilumina debe permanecer ardiendo. Ahora es el momento de que otro mantenga esta llama encendida, para que siga ardiendo, para que siga iluminando.
Fer , tu turno.
Gracias por vuestro tiempo.
Buena crónica y buen trabajo, con un epílogo que merece el respeto, y lo que hace grande a las personas.
Mi admiración hacia tu persona se agranda con este tipo de comentarios.....