"TODO LO QUE ILUMINA DEBE SEGUIR ARDIENDO"
“Eran pocos e hicieron lo que siempre hicieron los pocos.
Porque cuando uno está en minoría, lo único
que garantiza la supervivencia es la calidad.
Eso fue exactamente lo que hicieron nuestros héroes,
sabiéndose pocos, se dedicaron a ser mejores”
(Cita popular de los Tercios, 1534)
Porque pocos fueron en esta ocasión, tan solo seis, debido en parte por la festividad del día, dolencias físicas, cansancio acumulado de jornadas anteriores, compromisos sociales y familiares... ... como decía, tan solo seis fueron los bravos jinetes que iniciaron la andadura dirección a la Salada de Mediana.
Y ya desde la misma salida emprendieron las hostilidades pues el Líder, al tremendo grito de “a degüello” como el general Santa Ana en el asedio y posterior conquista del Álamo allá por 1836, impuso un endiablado ritmo a su galope al cual los James Bowie, Willian Barret Travis y David Croquett de turno bastante hacían con aguantar tal embestida.
Bien es cierto que a nadie le complace los infortunios de los demás pero que a pies de la subida al Parque eólico Arias el respetado Líder sufriera un percance en uno de los cascos de su montura y hubiera que parar a cambiar la maltrecha herradura permitió al resto de la mesnada expeler un suspiro de alivio pues ante tal circunstancia se les presentó la inmejorable oportunidad de relajar piernas y tomar aire.
Algunas millas antes uno de los jinetes de reciente incorporación reconocible por su delgada complexión, ligerísimo galopar y de nombre Ferrer había dirigido sus pasos hacia otra vertiente de la ruta para más adelante en la Salada reincorporarse a la disciplina del grupo.
Dejando a la izquierda los polvorines que iluminan el rostro de cualquier valenciano de pro comenzaron la subida y el trote por las lomas sembradas de esos molinos de viento similares a los que en otras tierras y épocas cegaron a Don Quijote hasta el punto de confundirlos con agresivos gigantes a su acecho. El resultado de tal locura es bien conocido por todos.
A partir de ahí les esperaba un recorrido escarpado, agreste, abrupto, fatigoso y agotador de constantes subidas, cierto es que de cortas longitudes pero de pronunciadas pendientes, que obligaban a los corceles a retorcerse sobre sí mismos en el afán de coronar a la mayor brevedad posible. Una vez allí la fortuna les deparaba vertiginosos descensos donde afloraba el porte y aire marcial del Mariscal de campo Gocha que hacía valer sus galones para tomar delantera y marcar el terreno más cómodo para el resto de las monturas.
Llegó el momento de tomar decisiones y optaron por variar la ruta marcada y esta vez tal osadía no se le pudo achacar, ni por su prodigiosa vista de aguilucho ni por su afamada facilidad para orientarse, al hidalgo Fernán. Más bien fue tras el parloteo entre los líderes de las huestes hermanadas cuando se inclinaron, a buen criterio como comprobarían después, por cabalgar hacia el cerro cubierto por un manto de pinos pues desde allí, en lo más alto, la naturaleza les brindaba una instantánea espectacular a la par que peculiar.
Por cierto, un inciso sobre el tal Sir Paco I, ese personaje de lengua vivaz y viperina pero gran colaborador y maestro en transmitir cultura, historia, geografía y leyendas: ¡¡¡cómo sería la cabalgada de este día en las eternas horas a lomos de sus jamelgos que en ningún momento espetó su reconocida y habitual consigna “vaya mier... de ruta”!!!
Allí estaba, al fondo del valle y en medio de la nada, La Salada: laguna de tonos blanquecinos y plateados que bebe de la lluvia y de aguas subterráneas muy mineralizadas ricas en sodio, magnesio y sulfatos, rodeada de terreno hostil, árido, estéril, desolador y estepario donde tan solo se produce alfalfa, cereales y algún frutal.
Aprovecharon la parada para recobrar fuerzas con unas ligeras viandas y proseguir el camino con la esperanza de que lo peor ya lo hubieran dejado atrás. Pero la realidad los hizo descender de las nubes de ilusión y asentar los pies en el suelo pues si la ida estuvo marcada por un sube/baja el retorno se transformó en un baja/sube igual o más exigente con el añadido del cansancio acumulado que aún mermaba más las ya de por sí menguadas fuerzas e irritaba más de una dolorida posadera.
La alegría se la llevaron en el reencuentro con Lord Jorge, ese jinete de físico portentoso que unido a su lozanía propia de la juventud es reconocido como uno de los guerreros de mayor poderío de la hueste y que por tales virtudes bien podría galopar con escuadras y caballerizas de mayor rango pero que por su talante y humildad se mantiene fiel al Ritmo, aspecto a tener muy en cuenta y que dice mucho a su favor... y al del resto.
Y así, con uno más, y siempre con el fiel escudero Armando cerrando filas, atento a cualquier incidencia, guardando las espaldas en la sombra y sin hacer ruido al ser hombre de pocas palabras pero de una labor digna de alabanza, arribaron a la carretera de Torrecilla donde lo que en principio se presuponía iba a ser un trotar placentero se convirtió en una batalla sin cuartel hasta el canal alcanzando velocidades desbocadas con el único fin de tomar la cabeza de la grupeta amparándose en la falsa excusa de unos inoperantes relevos.
Una vez allí aminoraron la marcha por precaución pues el camino era un continuo peregrinar de otros jinetes, corredores, andarines, familias, niños, jóvenes y mayores que disfrutaban de la temperatura primaveral impropia de estas fechas. Al llegar a la taberna habitual la decepción cayó sobre ellos al no hallar tablero y banquetas donde aposentar las maltrechas nalgas pero por una vez, y que no sirva de precedente, el hidalgo Fernán guió por buen camino al resto de paladines hasta una fonda de nombre Big Ben próxima a su choza donde dieron buena cuenta de unas gélidas cervezas y suculentas patatas bravas para tras el protocolario brindis y la amena tertulia volver a montar, separar sus caminos y regresar cada cual a su parte de la aldea.
Así lo he contado y lo archivo en el siguiente link para que quede a disposición de vuestras señorías:
https://elritmolomarcaelultimo.over-blog.com/*Es un blog donde podéis ver todo lo referente a las rutas oficiales del Ritmo de este año, con los tracks, fotos, videos, fichas técnicas, crónicas, relatos, comentarios...
(Consejo: mejor navegar en el ordenador pero si lo vais a ver en el móvil bajar la pantalla hasta el final y darle a la tecla “standard view”)
Y acompañado con las notas de “O fortune” de la obra Carmina Burana de Carl Orff me despido hasta la próxima. (No olvides el Paracetamol)
Au i adeu