RUTA 27/09/2020 Desembocadura del río Jalón.
Caminando junto al viento.
“Dentro de diez años lamentarás más las cosas que no hiciste que las que hiciste.
Así que, suelta las amarras y abandona puerto seguro. Atrapa el viento en tus velas. Sueña. Explora. Descubre. “
Mark Twain.
Amaneció un día frío, muy frío. El viento , mientras tanto, soplaba inclemente. Este elevaba su voz sobre todo lo demás, dejando lo accesorio en algo incluso inferior a un susurro. El Sol regalaba sus primeras luces, pero estas eran mortecinas, escasas, preludio de lo que estaba por venir. La Primavera había sido una estación ausente, robada por un maldito virus. El Verano fue algo huérfano y furtivo que pasó por nuestras vidas sin pena ni gloria. Escapó de nuestras manos antes de que nos diéramos cuenta y de esta forma llegó el Otoño ante nosotros y este si, este prometía dejarse sentir. Incluso ahora, en sus primeros días, daba garras y dientes , destrozando tanto nuestros cuerpos como nuestras ganas.
En la antigua piscina sindical (Parque Deportivo Ebro) diecinueve almas , dispuestas a todo pese a las circunstancias. En sus rostros se dibujaba una mezcla de ganas y alegría, poniendo en sus miradas una luz muy especial, un brillo que en las más de las ocasiones , sólo se puede ver en los ojos de los niños. En cierto aspecto así éramos todos, como niños esperando nuestro regalo de Navidad. Entre los presentes grandes caras amigas, habituales, familiares y un buen puñado de rostros nuevos. Oscar , amigo de Chelis, que había venido con nosotros un par de veces pero que hacía ya demasiado tiempo de ello, aquí lo teníamos de nuevo para compartir la experiencia que nos brindaba el día de hoy. Susan, tengo que decir que yo andaba devanándome los sesos intentando descifrar como era posible que un hombre se llamara Susan. Hasta donde yo se ese es el diminutivo de Susana.... pero no, en este caso resultó ser el de Jesús Antonio, así pues misterio resuelto. Este resultó ser todo un atleta, alguien bregado en correr maratones en una y otra ciudad. David, de los Finishers también acudió a nuestra llamada, siempre es un placer compartir ruta contigo, querido amigo. Fermopeich, con unas piernas de infarto, como las columnas de Hércules, alguien que ves y no puedes evitar preguntar qué es lo que está haciendo aquí, pero eso si, todo corazón y saber estar, un tío grande donde los haya. Enrique y Armando , del grupo de Principiantes, una suerte y un placer compartir esta ruta con vosotros. Alfredo Marco , reencontrado después de largo tiempo y Javier, nuestro Javier, siempre discreto y educado , recuperado desde las nebulosas del tiempo.
Como puedes ver , una lista interminable, no se qué es lo que tiene este grupo, no se bien cuál es su más preciada posesión pero, sea lo que sea, engancha y lo hace fuerte. De esta forma repites una y otra vez. Bueno, si, tengo que ser honrado, si que se cuál es esa secreta condición, pero me vas a permitir guardar esa nota en el bolsillo, asi que seguirá siendo un pequeño secreto.
Arrancamos pues sin dilación, más allá de la obligada espera de cortesía, instrucciones de última hora. José H tuvo a bien intentar partir el grupo en dos. Si , he dicho intentar, por que si bien puso a los más fuertes delante y al resto detrás , ni los unos tiraron tanto , para dejarse alcanzar, ni los otros se rezagaron. De esta forma , al poco tiempo , el grupo volvía a ser uno, indivisible como siempre.
Marchábamos cara al viento, si bien la alegría del reencuentro era mucha, las palabras eran pocas, dado el esfuerzo que había que realizar. Los músculos se tensaban, los dientes prietos, las cabezas gachas. Luchando, luchando siempre juntos , hombro con hombro, todos como si fuéramos uno sólo, preocupándonos por cualquiera del equipo, cuidando hasta del último, hermanados en la adversidad.
La ruta era sencilla en cuanto a desnivel se refiere, llana como la palma de una mano, como un lago recogido en medio de un valle y , si bien aquel aire maldito rugía sobre nuestras cabezas, no nos daba castigo, pues andábamos entre frondosas choperas . Es más, en cierta ocasión, María Luz, marchando detrás de mi, me comentó acerca de lo bonito e impresionante de aquellos lares. Los rugidos seguían oyéndose ahí afuera, esperando, acechando, atento al instante que abandonáramos la protección de los árboles para volver a atacar, a mordernos, a intentar destruirnos. Mientras Pascual y José H andaban de aquí para allá, como siempre velando por la integridad del grupo.
Compartí camino con David, este tremendo Finisher con músculos de acero, anduvimos hablando de lo divino y lo humano, que gran corazón el de este hombre. El terreno mientras, se mostraba salpicado de charcos en algunos puntos, haciendo el paso difícil, atrapando las ruedas de nuestras bicicletas, absorbiendo su masa y negándose a soltarla. Entorpecía la marcha sobremanera , tanto por el aspecto de quedarse clavado en aquella masa marrón como por que patinaba, patinaba en extremo de tal forma que incluso te regalaba un susto convertido en un derrape ocasional. Nosotros seguíamos rodando, devorando millas, dispuestos como siempre. Anduve cerca de Susan, que me comentaba que estaba bastante quemado de los maratones y que precisaba algo de descanso. Yo pensé que desde luego no era mucho descanso el andar rodando con la bici, pero ya se sabe, cada uno con sus cadaunadas. En esta ocasión el terreno se mostraba blando bajo las hojas, casi elástico, embebiendo las dificultades del terreno y actuando como un silenciador, el aroma era algo increíble, a plantas, a espacio abierto y a vida, algún pajarillo osaba trinar bajo aquel barullo organizado por el viento, todo iba bien.
Alfredo tuvo un pequeño bajón, probablemente de azúcar, marché un rato a su lado, dispuesto a no abandonarlo, a esperar por su recuperación. Incluso llegué a rodar el último, junto a Fermopeich, aguardando y velando por mis compañeros e incluso por mi mismo.
Llegamos a nuestro destino, la desembocadura del río Jalón, los carteles así lo indicaban, realizamos un buen número de fotos, repusimos fuerzas y emprendimos el retorno en un ambiente de clara camaradería , de risas y de buena fe.
La vuelta resultó magnífica, empujados en esta ocasión por ese viento que intentó darnos caza y que esta vez aprovechábamos en nuestro beneficio. Pasamos incluso por el interior del pueblo de Sobradiel, quedé maravillado de sus espacios públicos, de como la localidad ha crecido y ha evolucionado, dando paso a un entorno limpio y moderno, maravilloso como digo. Los kilómetros desaparecían bajo nuestras ruedas, de la misma manera que nos bebíamos el tiempo , acelerando nuestro regreso.
En un tris, entre chistes y chascarrillos , nos plantamos en Zaragoza. La ciudad , poderosa y lasciva, se volvía a abrir ante nuestros ojos, con todo su brillo , con todo su atractivo, con todo su vicio. Acudimos a un bar del barrio del Actur, nos dispusimos en dos mesas separadas dada la multitud de nuestra presencia y allí , disfrutando mutuamente de nuestra compañía , cerramos la jornada.
Nos juntamos de nuevo, después de tanto tiempo, un buen número de nosotros. Esta vez es de justicia decir que en especial yo, os echaba de menos, mucho. Salgo de una caída, de una lesión que me ha tenido un par de meses en dique seco y las ganas que tenía de volver a rodar a vuestro lado eran insuperables. Pero bueno, con la paciencia necesaria todo llega y todo pasa. Aquí estamos de nuevo, rodando, compartiendo mañanas. Ya se sabe que echar de menos el pasado es como correr detrás del viento. De esta forma diré que lo importante es todo lo que nos queda por pasar juntos.
Nos queda mucho por vivir.
Gracias por tu tiempo.
V.
PS Dani, te pusimos falta, recupérate pronto amigo.