Ruta 27/06/2020 El Ritmo lo marca el último
¿Por qué?
“...He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.”
Antoine de Saint-Exupery, el Principito.
Lo he visto mil veces en este grupo y aún así no deja de sorprenderme. Probablemente me queden otras mil y toda y cada una de esas veces produzcan en mi la misma sorpresa. Es lo que diferencia a estas personas del resto, es lo que las hace únicas. Te preguntarás el qué, no tengas prisa, dame tiempo y lo verás.
José H nos prometió una ruta picante y juro por lo más sagrado que eso es lo que nos dio. La ruta picaba en un día en el que el sol también lo hizo. Picó lo suyo con unas temperaturas elevadas, un viento ausente que propiciaba una atmósfera bochornosa y un cielo azul despejado y cruel que no escondía ese astro luminoso que nos fue castigando. Arrancamos desde el Azud del Ebro un total de once personas. Con grandes ausencias en esta ocasión, asiduos al ritmo que con su falta dejan un hueco difícil de llenar. Es mucho lo que aportan.
De tal forma iniciamos marcha, por la ribera del Gállego que se encontraba profusamente marcada por unos enormes charcos que convirtieron nuestro caminar en una prueba de obstáculos tratando de evitar aquellas lagunas. Es de ley decir también que el resto del trayecto se nos ofreció limpio, algo que yo no tenía tan claro pues había estado lloviendo en cantidad los días anteriores. Sea como fuere marchábamos, de forma organizada y ágil. Nos dirigíamos a esos montes en las proximidades de Peñaflor, aunque toda esa zona se halla repleta de lomas. Rodábamos en partes que se mostraban como una ligera subida, mientras otras se pronunciaban más, pero siempre subiendo. Recordar que esto atranca la bici y causa un esfuerzo extra, pero bueno, pensar en que a la vuelta ese tramo será hacia abajo y se mostrará como un regalo, ese es nuestro premio. De esa forma llegamos a lo que es propiamente la subida, o mejor , las subidas. En aquel tramo se nos unió Inad, ¿que voy a decir de el?, es un muchacho discreto, casi vergonzoso. Con una potencia envidiable en sus piernas y una mirada profunda e inteligente. De esta forma llegamos a ser doce.
El sol empezaba a apretar mientras los aromas lo llenaban todo. Cabe recordar una vez más , que venimos de un confinamiento y, que este echo, hace que se hayan pisado poco los campos que se muestran en toda su magnificencia, en todo su esplendor y desarrollo. Ausente de la mano del hombre el campo revienta de vida. Paco se detuvo al inicio de las sendas, a un costado. Dejándonos pasar a los demás y advirtiendo de lo que se nos venía. Nos llegamos a la Ermita de San Cristobal (patrón de los conductores) nos hicimos la foto de rigor, repusimos fuerzas con alguna barrita y demás y continuamos marcha.
José H nos advirtió del tramo que venía ahora, se había encargado de diseñar un recorrido perfectamente circular, mostrándonos una vista inusual de la zona, de aquel paraje verde en su perfección. Seguimos a nuestro siguiente hito, la atalaya. El camino se ofrecía impío, las continuas cuestas se sucedían una tras otra, por un terreno en ocasiones roto y complicado. No obstante alcanzamos destino entre animadas charlas. Si bien manteniendo las distancias exigidas por las autoridades sanitarias, cosa que nos hacía elevar el volumen de nuestras conversaciones un poco más de lo que pudiera ser habitual. Esta es la magnitud de las personas que me acompañan, que grandes amigos tengo.
Ya en la siguiente cima una parada breve, de nuevo , para otro buen puñado de fotos así como las necesarias instrucciones para aquellos que realizaban esta como su primera visita.
Abandonamos el lugar mientras nuestro ponderado José H nos hacía unas fotos bajando. A partir de aquí las cosas se complicarían un poco, dejando ver el material del que están hechos todos y cada uno de los miembros de este grupo, lo que ocurre es que todavía no lo sabíamos. En ocasiones el destino se muestra como algo esquivo y caprichoso, dispuesto a jugártela en cuanto apartas tan sólo un segundo la vista del objetivo.
La ruta era ya una continua bajada, las velocidades subieron considerablemente y yo podía ver como los compañeros disfrutaban de las bajadas. En estas estábamos , cierto es que nos habíamos distanciado un poco, el grupo se había estirado, pero eso es algo que ha ocurrido en más de una ocasión. Yo, como casi siempre, me hallaba en tierra de nadie, sabiendo que un grupo andaba delante de mi y otro detrás cuando mi teléfono sonó. Al principio no le di importancia, pensé que quién se habría confundido para llamarme a estas horas , sabiendo que estoy pedaleando. En cuanto me fue posible paré mi marcha y vi que la llamada era de nuestro líder. Le devolví la llamada pero no me contestó. Moví mi vista atrás del camino, pero no vi a nadie. Esperando en medio de ninguna parte y ya bajo un sol de justicia. Los minutos se hicieron interminables hasta que Gocha , volviendo sobre sus pasos desde la parte adelantada del grupo, me indicó que es lo que estaba ocurriendo. Javier había pinchado, enseguida supuse que los demás estaban acompañándolo y decidí avanzar un poco hasta el lugar del cual provenía Gonzalo.
Resulta que la cosa fue un poco más difícil, cuando conseguimos reunirnos todos de nuevo faltaban cuatro personas del grupo. Inintencionadamente se habían despistado o entendido mal las instrucciones , esto provocó un momentáneo caos. Enseguida nos arreglamos en grupos, para ir a buscar a los perdidos e incluso decretamos una base de operaciones, un lugar al que acudir de nuevo pasase lo que pasase. José H con Inad y Jorgini salieron en una dirección, desandando el camino, hacia la atalaya de nuevo. Oscar en otra, buscando la carretera, Paco y Gocha en una tercera, por si se hubieran podido despistar por ahí, mientras un pequeño grupo quedábamos intentando localizar por teléfono a los no hallados. Finalmente logramos hablar con Luisete, resulta que su acompañante había pinchado, y habían seguido marcha seguramente equivocándose con el track. Javier apareció también en el lugar, con su rueda pinchada así mismo y perdiendo líquido tubeless como si fuera una fuente, Maria Luz se ofreció a ayudarle sin dudarlo ni un instante. Fernando fue el que más nos preocupó porque su teléfono no daba señal y por que nadie sabía donde estaba. Desafortunadamente se confundió con el recorrido, apareciendo donde Cristo perdió las alpargatas, pero pudimos ponernos en contacto con el y quedar sin más problema. Llamamos también a los grupos que salieron en su búsqueda, pidiéndoles que regresaran que ya estaba todo resuelto. Se que la cosa no fue sencilla por que pude ver en sus rostros el verdadero gesto de la preocupación. Sobre todo de los más veteranos, de los que mas tiros llevan pegados y andan poniendo rutas un fin de semana si y otro también. Pude ver como a José le salía humo de debajo del casco, mientras que a Paco se le transfiguraba el rostro . Pude ver como Inad no dudaba un segundo siquiera, como si fuera imposible ninguna otra opción, disponiendo su esfuerzo al punto , para marchar a buscar a quien en realidad no conocía, que templanza por Dios. Pude ver a Gocha, a Oscar, agotado como iba salir raudo en pos de sus compañeros. A Jorge, dispuesto como ninguno. Cuanto oro en su interior, cuanto bueno, cuanto insuperable.
Al final todo se arregló con unas cervezas en un bar que se llama “por fin”, así que por fin se arregló ( chiste malo mode off). Allí cayeron unas buenas risas , unos buenos chistes y nos emplazamos para la siguiente vez, donde espero volver a veros compañeros, amigos míos.
Y te preguntarás por qué. Pues por que son las personas más grandes y nobles que he llegado a conocer, por que al lado suyo los peligros desaparecen , porque te sientes siempre entre amigos, porque la franqueza y la sinceridad son primordiales... ¿Cómo no los voy a querer?, este es el grupo de personas con el que voy, donde lo esencial de ellos no es visible a los ojos.
Gracias a todos por vuestro tiempo.
V.