Ruta 23/02/2020
La Palomera.
Celebra tus propias victorias porque nadie más entenderá cuánto te costó alcanzarlas.
Aunque al principio del día todavía hace cierto frío, conforme avanza la mañana va haciendo más calor. La primavera está llamando a nuestras puertas, haciéndose patente a cada día que pasa y así la esperamos, con los brazos abiertos. Total que en esta jornada nos juntamos doce almas, a cual mejor, a cual más grande. A las ocho y media en el hotel del Camino de los Molinos. Un día apacible, con todo a favor para pedalear , sin apenas viento y con una sola idea en la cabeza, superarnos a nosotros mismos, conquistar la Palomera.
Entre los presentes grandes habituales, Javier, Chelis, Gocha, Miguelón, Oscar, Arturo, Paco Ines e incluso nuestro José H. Alguno al que vemos menos y que siempre es un gran placer reencontrar como Jesús con su eléctrica, María Luz que se está ganando su sitio a pulso, Antonio que acostumbra a salir con nuestros bien queridos Finishers y al que me alegro mucho de volver a ver, esto incluso en el terreno de lo personal. Un tío con su potencia y un corazón y un saber estar que se salen de todas las escalas. Antonio, un placer compartir ruta contigo y, para cerrar esta lista, como siempre , este su seguro servidor.
Arrancamos al punto, hacia San Juán de Mozarrifar y el Barrio del Comercio, acercándonos poco a poco a las inmediaciones de los montes de Zuera. Rodábamos relajados, entre conversaciones y chistes, buen rollo y buen ambiente , como siempre. Ganábamos los kilómetros a pulso, uno a uno, conscientes de lo que se nos venía encima. Podía incluso, percibirse cierto ambiente de preocupación, cierto pesar. Como si algo invisible estuviera cargado en nuestros hombros y nos acompañara durante el trayecto. Yo andaba cansado , pagando el peaje que debía de pagar por una salida anterior entre semana, una salida que, aunque haya quien diga lo contrario, a mi se me antojó con cierta dureza. En mi cabeza resonaba una y otra vez una frase, como un mantra me decía a mi mismo “ ánimo muchacho, que puedes hacerlo”. Todos sabemos que el camino hacia allí es un falso llano, que muestra poca inclinación, pero que te atranca la bici en cuanto te descuidas un poco.
Pasamos junto al aeródromo de Villanueva de Gállego, en el lugar unas personas aprovechaban para hacer volar un ultra-ligero . Un helicóptero con aspecto de “andar por casa” pero con una funcionalidad absoluta. Frenamos nuestra marcha, absortos en el aparato, aprovechamos la ocasión para levantar los brazos y saludarle ya que, con seguridad, se hallaba a escasos diez o quince metros de nosotros. Realizó un giro para evitar tirarnos con el aire de sus aspas y , tras esto, enfiló directo a la pista en un descenso vertiginoso. Por un instante nos quedamos todos callados, mirando a la izquierda del camino y pensando.... se la pega, pero no, el dominio y la maestría del piloto llevaron el aparato a buen puerto. Reanudamos la marcha y, antes de darnos cuenta, el paisaje cambió.
Lo que otrora eran campos de secano, perimetrados por hierbajos y abrojos, ahora se convertía en un camino ascendente, bordeado de pinos y con el piso cubierto en un verde intenso. Aroma de tomillo llenaba nuestros pulmones, la primavera está a la vuelta de la esquina. Unos avanzaban antes, otros después, impulsados todos ellos por sus fuerzas y por su tesón, esperando a los últimos con gran paciencia y cariño. Incluso en un tramo, le recordé a Jesús la gracia que me hizo verlo remolcando a Luisete, un día que bajábamos de Alagón y , a la que me descuidé, el remolcado era yo en esa cuesta arriba. Increíble como tira el aparato dichoso, notaba una fuerza y una suavidad que me llevaban en volandas, incluso adelantando a algún compañero. Como experiencia chocante y extraña cuando menos.
Seguimos subiendo cada uno enfrascado ya en nuestros propios asuntos, se podía oír alguna broma como “buah, me viene justo para respirar”, que grandes compañeros tengo... conforme ascendíamos el entorno continuaba cambiando, lo que era un camino como una autopista ahora se mostraba con algún salto de piedra que había que superar como buenamente se podía. Vi al potentísimo Arturo bajando, después de coronar, para escoltar a quien pudiera quedar atrás, un breve esfuerzo más y al final lo conseguimos, coronamos en la Palomera, como unos campeones, superamos el reto, todos y cada uno de nosotros, sin echar pie a tierra, como los mejores.
Alegría, a raudales, manaba de todos los allí presentes, satisfacción, orgullo, un momento fantástico. Desde las alturas las vistas insuperables, mostraban todos aquellos montes de Zuera rendidos a nuestros pies , vencidos y humillados ante el poder de este grupo. Fotos , barritas y nos dispusimos a bajar.
El descenso fue distinto, el camino se mostraba angosto en algunos puntos, discurriendo entre frondosa vegetación que no dejaba ver el azul del cielo y , en ciertos lugares, atravesado por unas torrenteras exageradas, tremendas, de esas que si metes la rueda garantizan la caída. Yo andaba bajando vivo y , al encontrarme con ese socavón , frene en seco, incluso derrapando mi rueda trasera, pasé con prudencia y continué marcha. Al poco la situación se repitió, un agujero de esos que quitan el hipo, volví a pegar el frenazo y ya me di por avisado. El karma probablemente no me permitiría darme cuenta con antelación suficiente , reduje mi marcha y , por una vez y sin que sirva de precedente , bajé despacio.
Volvimos por los caminos que nos son conocidos, haciendo breves paradas para que Paco nos instruyera con su infinita sabiduría. Rodábamos vivos, la hora estaba justa y corríamos el riesgo de quedarnos sin el merecido refresco. Las charlas cesaron y cada uno se concentró en su propia montura, en coger rueda y en subir la media en medida de lo posible. No llegamos demasiado tarde a la ciudad, pero si justo, un buen puñado de compañeros se quedaron a la merecida cerveza, pero yo no. Bajé con Arturo a mis obligaciones caseras, ya habrá días para más.
Celebra tus propias victorias, por que te lo mereces. Celebra tus propias victorias sin esperar que nadie más lo haga. Celebra tus propias victorias por que nadie más sabe cuánto te costó conseguirlas. Celebra tus victorias por que lo de este día lo fue, rotunda victoria. Un grupo de lo más variado, con grandes Titanes y con otros que no lo son tanto , una jornada en la que todos sin excepción vencimos la Palomera. Uno de esos días que te hará volver la vista atrás y decir... pues si, lo hice. Gracias a todos los compañeros que nos llevaron , que nos guiaron y ayudaron a llegar hasta allí.
Gracias por tu tiempo.
V.