Ruta 01/02/2020
Vallobera larga.
Hay dos clases de cansancio, uno es la extrema necesidad de dormir, el otro la extrema necesidad de paz...
El día se presentó primaveral, si bien es cierto que el cielo andaba cubierto , pero las nubes eran todas como de algodón. Las temperaturas eran tan agradables que incluso me hicieron dudar si salir de corto en esta jornada y el viento era amable como un susurro al oído. En el punto de reunión veintiún titanes, la mayoría conocidos y queridos enormemente , alguna cara nueva que , como siempre pasaré a nombrar a continuación, y sobre todo, muchas ganas de pasar otra jornada en bicicleta y disfrutar de la compañía.
Allí acudió Dani, para el que no tenga el gusto de conocerle, al primer golpe de vista lo que se puede apreciar es a un tío potente, joven, delgado y con piernas de infarto. De esos que te hacen preguntar qué están haciendo aquí si podría permitirse salir con quien quisiera. Amable , incluso tímido en algunos aspectos y con una sonrisa de oreja a oreja y , por cierto, al que le hice prometer que vendría más días. Benjamín, que se fue antes de hora, antes de acabar la ruta ya que tenía que entrar a trabajar, hay que echarle narices, apurar el tiempo de esa forma, eso es amor por la bici y lo demás tonterías. Tomás y José Ignacio, del grupo Zgz Btt, un par de pros de tomo y lomo y con suficientes kilómetros a la espalda como para que nada les pille ya de sorpresa. Consuelo “y sus chicos” , prestos y al punto para compartir otra jornada de pedales ( te echamos de menos José Antonio) y así hasta completar el número.
En el punto de reunión, la Fuente de la Junguera, a las ocho y media, como clavos. Lugar donde nos encontramos con un puñado de los China y, tras los saludos iniciales y una buena charleta de por dónde iba a ser la ruta, arrancamos. De forma tranquila y con el ambiente que nos caracteriza en este grupo marchábamos apuntando nuestras bicis hacia María de Huerva. El camino se hallaría cortado con toda seguridad por las recientes riadas y esto representaba un problema. Bien es cierto que , en previsión de este echo, hablé un poco antes con Pascual y recurrí a su infinita sabiduría, por si conocía algún paso alternativo. Me dijo que sin problemas , que lo dejara en sus manos. Exhalé un suspiro de alivio y deposité en el toda mi confianza.
Paco Inés se dio la vuelta enseguida, tenía una comida familiar y las obligaciones mandan. Mientras pude observar a Vicente, ayudando al grupo, manteniendo el orden y dispuesto a acompañar a los últimos del pelotón hasta la más postrer consecuencia. Tanto es así que incluso en algún momento le pedí que tirara y que no se preocupara y me respondió con un rotundo no, que tirara yo. Es un gran sacrificio para una persona de su potencia, hay que reconocerlo, y un favor para mi y para todo el resto del grupo.
Sobrepasamos el río Huerva por donde nos indicó Pascual, sin ningún inconveniente como cabía esperar. Los más fuertes esperaban a los menos en un constante tira y afloja, un acordeón, dando un pequeño respiro. Grandes y dorados corazones, es la forma de actuar de estos locos queridos. La temperatura ascendía poco a poco, un cielo azul brillante se entreveía entre esas nubes quiméricas, salidas de un cuadro barroco, las animadas charlas se sucedían aquí y allá y mientras tanto las ruedas no paraban de girar. Tal es así que en un tris nos plantamos ante la Vallobera.
Comenzamos el ascenso, es una subida cómoda y tendida, fácil de realizar. Pero claro, algún inconveniente debería tener, es larga como su nombre indica. En esta ocasión no hallamos ningún cartel de “batida de caza” lo que es una suerte, y para allá que fuimos. Rápidamente los más fuertes tomaron ventaja, salieron disparados como si les persiguiera la muerte desapareciendo en la distancia. Más atrás quedamos un grupo, en tierra de nadie, que se iba estirando poco a poco hasta el punto que en cierto tramo del recorrido me encontré acompañado tan sólo por David el Mohicano, dispuesto a no dejarme abandonado ni tan solo un metro del ascenso. Muchas gracias desde aquí David. Un poco más atrás quedaban otro buen puñado de ciclistas, sin rendirse, con tesón, dándolo todo de acuerdo a sus posibilidades y entre todos ellos Pascual y Vicente, grandes donde los haya, escoltando a los rezagados. Tocamos techo, alcanzamos la cima y nos reagrupamos, del primero al último, todos el Ritmo. Hicimos una breve parada para reponer fuerzas y las preceptivas fotos de grupo. La sensación de júbilo y de compañerismo era algo palpable, un éter entre todos nosotros, presente y tangible. El saber que una vez más lo habíamos conseguido, el saber que , una vez más, todos eramos uno.
Seguimos por esas llamadas “sendas de Goya”, un trecho que en ocasiones se muestra dócil y en otras con cierto punto enrevesado, lleno de matas y con el suelo desdibujado. No fue óbice para ninguno de nosotros, superando lo que el destino nos ofrecía sin ninguna dificultad pero , en esta parte, llegó mi desgracia. Me hallaba rodando con Chelis, Jorge y Toño y, que quieres que te diga, la animada charla, un despiste, que no llevábamos el track o todo junto a la vez... nos perdimos. En el buen sentido, nos despistamos de camino y , como caperucita y el lobo , tomamos el camino que no era. Un breve tiempo para orientarnos y al poco acudimos al mirador de salinas donde todos los demás nos estaban esperando ya con cierta preocupación. Incluso alguno había emprendido un trecho en dirección contraria para buscarnos. Allí Pascual dijo una gran verdad, una de las leyes de este grupo que , inexorablemente , se cumple en ocasiones “... el Ritmo lo marca el último y el primero no lleva el track...” las risas resonaban por doquiera, pero era perfectamente comprensible, tanto que incluso se me contagió a mi , explotando en carcajadas. Unas veces le toca a uno otras a otro.
Descendimos salinas a todo trapo, sabiendo que desde allí se nos ofrecía cercana la cerveza. Llegamos al fondo uno tras otro, aventados, como un torbellino , que digo, como una maldita tormenta. Dándolo todo nos reunimos al punto y seguimos hasta el Car de Cuarte. Lástima que allí nos encontramos con el local cerrado , así pues , fuimos a la cercana plaza, frente al ayuntamiento, donde no faltan las terrazas, para poner nuestras posaderas en una de ellas, tener una animosa charla, un buen ratito de cachondeo . Juntar como siempre corazones y marchar a nuestro hogar.
Una excelente jornada, unos maravillosos compañeros de viaje, un día invernal que no pudo salir más de primavera, unos amigos por los que dar todo lo que haga falta e incluso algo más.
Me siento cansado, pero ya no por un cansancio físico. Es uno de esos que te toca en lo más profundo del alma. Que vienen, se aposentan y permanecen dispuestos a quedarse. De esos que te dan ganas de volverte invisible, de buscar un rincón oscuro, volverte pelotita y permanecer allí, dejando correr el tiempo como quien deja correr el agua del grifo. Me siento cansado, necesitado de una profunda paz. Una paz que sólo encuentro a vuestro lado.
Gracias por ser como sois.
V.
P.S. José, seguimos echándote de menos. Tu lugar permanece vacío en el pelotón, vuelve.