BTT en Zaragoza

28/12/2019

La Vallobera larga.


Incluso en la niebla más espesa hay luz.

El frio era terrible, helador, la niebla espesa como un puré de guisantes. El entorno se reducía tan sólo a un par de metros en derredor , el cielo había dejado de existir para dar paso a la más absoluta nada. Rodeados, imbuidos en aquel ambiente claustrofóbico y sofocante que te aislaba del mundo. Un lugar en el que todo había dejado de existir . Las imágenes aparecían súbitamente a nuestro paso para desaparecer de la misma forma, como si nunca hubieran existido , como si allí jamás hubiera habido nada.

Quedamos a las nueve de la mañana en la fuente de la Junquera , cubiertos por ese manto de olvido gris y helado. En el lugar quince ciclistas de distinta potencia, como viene siendo habitual en este grupo. Entre los concentrados Carmelo con su barba blanca, no me cansaré de decir lo bien que le queda a este hombre, le da un aspecto entre Ramón y Cajal y Séneca. Toño, que tiene un tiempazo subiendo Salinas (uno de los mejores tiempos de echo) y Javier Gimeno, al que tuve el gusto de conocer. Algún miembro de Principantes como Paco Ines, Director y alma mater del grupo, Antonio, que vino con su sobrino, un chaval joven, de apenas diecisiete y con todo lo necesario para pedalear, rezumaba potencia el muchacho. Sergio , alias Chomo, un tio genial y que hacía ya demasiado que no venía. Javier E y David C, habituales y geniales ambos. Vicente, preparado y todo corazón. Miguelón, grande en todos los aspectos, una persona que , cuando no viene, las salidas no son lo mismo. Oscar y Gocha, nuevos acólitos que cada día consolidan más su posición. José H comandando a todos, siempre atento, siempre servicial y yo , cerrando el grupo y siempre a vuestro servicio. Más adelante nos topamos con Horacio, nuestro querido argentino, pero tuvo que volverse antes de hora porque se halla aquejado de alguna clase de problema de salud y no se encuentra en condiciones de atacar rutas , aunque esta era suave.

Así pues arrancamos, los termómetros ofrecían temperaturas de cinco bajo cero, la niebla era , como solemos decir por estas tierras, “meona”, de esas que van humedeciendo tus ropajes , calando hasta los huesos y robando el calor del cuerpo a pasos agigantados. Las narices cianóticas, acercándose al punto de congelación, los dedos, dentro de los abrigados guantes , todavía pedían auxilio y los pies, pese a los cubrebotas, ateridos a cada pedalada. Nos obligó a muchos, la mayoría , a calzarnos corta vientos e incluso algún chubasquero, para evitar mojarnos e intentar mantener ese calor que se mostraba tan vital en esos momentos.

Marchábamos atentos en extremo, pese al poco tráfico que suele ofrecer esa zona los fines de semana, es inevitable de vez en cuando cruzarte con algún coche. Luces encendidas, prudencia al máximo y el destino marcado en nuestras frentes y en nuestros corazones en la que iba a ser la última salida de este año. Sobrepasábamos una localidad tras otra, acercándonos cada vez más a María de Huerva. El grupo rodaba amablemente, juntos , unidos como siempre, sin dejar a nadie atrás. Conforme ganábamos metros y nos alejábamos de la ciudad la niebla iba perdiendo su poder, haciéndose más clara, dejándonos libres de sus ataduras y permitiendo marchar con normalidad.

Nada más salir de María tomamos el desvío a la izquierda que marca el camino a la Vallobera y comenzamos el ascenso. Si bien al principio es leve, muy leve. De esos que a lo máximo que llegan es a atrancar la bici en la subida pero que no representan una mayor dificultad. Continuamos metros y metros, ya empezaba a notarse quién estaba más fuerte y quién menos, inevitablemente unos tomaban cierta distancia de los otros. Llegamos a lo que es propiamente la subida a la citada Vallobera de tal forma que la niebla ya había pasado al olvido. Retiramos cortavientos y chubasqueros porque empezaban a hacerse incómodos. El esfuerzo de la subida sumado a que el cielo se mostraba azul claro con un sol refulgente, aunque las temperaturas no habían ascendido demasiado, pasaron de bajo cero a diez sobre cero. Los caminos ya no se mostraban helados y brillantes y las plantas que los bordeaban habían perdido ese blanco perlado que exibían sólo un poco antes. Gocha se colocó a mi lado y fuimos conversando un ratito, me contó que se encontraba feliz y muy agradecido de habernos encontrado, que este grupo le daba vida, que tenía razón (me dijo) en lo que narro en mis humildes crónicas cuando cuento eso de que salir en bici te quita lastre, te hace dejar los problemas atrás y verlos de otra forma. Yo a mi vez le di las gracias a el , sabiendo que aquí, en el Ritmo, si bien hacemos los deberes, quiero decir, se pedalea todo lo que sea necesario, se priman también otros elementos, como el compañerismo, el buen rollo, el humor, la amistad... y de esa forma el también contribuye al ambiente de este grupo, siendo uno más y aportando positividad y buen corazón. Gracias a ti Gocha. En estas andábamos cuando un grupo de cazadores montó un cartel de peligro, batida de caza mayor, justo en nuestras narices, impidiendo el paso por la ya renombrada Vallobera larga y dejando la opción tan sólo de la corta. Nos quedamos parados en ese cruce, en el punto en el que el camino se diferencia trazando algo parecido a una “y” , uno a la derecha y otro a la izquierda, uno el camino bueno de caperucita y otro el malo. El lobo , una vez más , nos engañó y nos mandó por el camino que no era, el que mayor dificultad ofrecía y el que más nos iba a costar superar. Abnegados seguimos nuestro nuevo rumbo, saliendo por un momento del track establecido. Las cuestas se mostraban imponentes, rotas, con serias torrenteras, escalones y piedras sueltas. Si bien el camino es digno de ser disfrutado , ya que si bien por estas tierras se muestra generalmente como un desierto estepario, plagado de abrojos y matas secas, este tramo se ofrecía entre angostas gargantas , llenas de árboles y de verde, un regalo a los ojos.

Nombrar que en un trecho de ascenso bien pronunciado, se hallaban dos torrenteras que discurrían paralelas, profundas y marcadas, hendiendo el suelo de forma notable, incluso peligrosa. Aquí, en la zona menos propicia, Kurt (supongo que se escribe así), el sobrino de Antonio, perdió el equilibrio y cayó al suelo, no fue un gran batacazo, sólo un pequeño resbalón sin mayor incidencia y , según citó el mismo, por ir demasiado despacio. Tras ese pequeño sobresalto coronamos en las planas, donde la climatología se mostraba magnífica para la época del año en la que nos encontramos.

Nos llegamos hasta el mirador de Salinas, desde allí la vista era imponente , un mar de nubes cubriendo todo el paisaje, dejando ver una escasa linea de las montañas del fondo. Mientras el resto había desaparecido, había sucumbido a aquel océano blanco y gris que, apelmazado , yacía a nuestros pies unas decenas de metros más abajo. Tras un pequeño descanso y unas fotos que nos tomó un compañero ciclista que rodaba solo, iniciamos el descenso. El plan inicial era tomar el desvío al “molinete solitario” y desde allí tocar fondo y volver a casa, pero los planes se truncaron un poco, el grupo se dividió, yendo la mayor parte al solitario aerogenerador y , unos pocos, bajando por el camino ancho de tal forma que nos reuniríamos abajo. Fue increíble, de repente el golpe se sintió físicamente como si nos zambulléramos en una piscina helada. El frío nos envolvió de nuevo, había estado esperando, parapetado y paciente, sabiendo que tarde o temprano regresaríamos y el estaría allí de nuevo, para atacarnos y mordernos de nuevo. El frío y esa niebla omnipotente. El termómetro volvió a caer hasta el inframundo y volvimos a tiritar indefensos.

Tras reunirnos, con sumo cuidado ya que el suelo volvía a brillar por las placas de hielo, retomamos la dirección a la capital, marchando a Zaragoza y donde, debido al frío y que el tiempo comenzaba a apremiar a algunos de los presentes, empezamos a perder miembros como un racimo de uvas, desgranándose lentamente. Arribamos ya reducidos a media docena a la fuente de la Junquera y , desde allí , al bar tan sólo cuatro. Unos buenos cafés calentitos , esta vez en el Distrito 7 en el parque Neptuno y nos recogimos al reencuentro del calor que nos esperaba en nuestros hogares.

Pues si, incluso entre la niebla más espesa siempre hay una luz, si la buscas bien la encontrarás y esta se halla en los corazones, en todos y cada uno de ellos, de los compañeros de este grupo entre los que siempre se encuentra el calor y unos brazos abiertos.

Muchas gracias a todos por vuestra atención.

Feliz salida/entrada de año.

V.

Gracias por la gran acogida que me habéis dado ..
Jose y tú equipo.
Decir que sois unos formidables, tanto como compañeros, y como personas
Las pocas veces que he dejado de salir con vosotros, sinceramente os he llevado en mi pensamiento.
TENEIS ALGO QUE OS HACE UNICOS.
De nuevo gracias a todos y nos seguimos viendo dando pedales en el nuevo año

Vale.
Gracias por tus crónicas y por ser como eres
Una crónica espectacular nos haces vivir la salidas si estar con vosotros.un abrazo

Muchisimas gracias Jose H por el tiempo que dedicas a prepararnos semanalmete una nueva ruta. Nunca te lo agradeceremos suficiente.
Mis felicitaciones tambien a Vale por sus crónicas. Nos sascas una sonrisa al revivir de nuevo la ruta gracias a tus fantasticas crónias mientras esperamos descubrir cual será la proxima. La última espectacular. Aún estoy buscando la salida de la niebla.
Gracias a Paco por ilustrar con sus conocimientos los fantasticos lugares que vamos visitando; aunque sospecho que algunas veces se inventa cosas.
Por último me gustaría dar las gracias a todos los que salen con "El ritmo..." por permitirme acompañaros y disfrutar junto a vosotros las mañanas de los sabados. Es un autentico placer y un gran honor.

FELIZ 2020 A TODOS.

[quote="Valetix"]28/12/2019

La Vallobera larga.


Incluso en la niebla más espesa hay luz.

El frio era terrible, helador, la niebla espesa como un puré de guisantes. El entorno se reducía tan sólo a un par de metros en derredor , el cielo había dejado de existir para dar paso a la más absoluta nada. Rodeados, imbuidos en aquel ambiente claustrofóbico y sofocante que te aislaba del mundo. Un lugar en el que todo había dejado de existir . Las imágenes aparecían súbitamente a nuestro paso para desaparecer de la misma forma, como si nunca hubieran existido , como si allí jamás hubiera habido nada.

La última crónica del año y te has lucido!!!

ARTURO UBIDE escribió:Gracias por la gran acogida que me habéis dado ..
Jose y tú equipo.
Decir que sois unos formidables, tanto como compañeros, y como personas
Las pocas veces que he dejado de salir con vosotros, sinceramente os he llevado en mi pensamiento.
TENEIS ALGO QUE OS HACE UNICOS.
De nuevo gracias a todos y nos seguimos viendo dando pedales en el nuevo año

Nosotros también te echamos de menos, sobre todo por las fotos

Gochajou41 escribió:Muchisimas gracias Jose H por el tiempo que dedicas a prepararnos semanalmete una nueva ruta. Nunca te lo agradeceremos suficiente.
FELIZ 2020 A TODOS.

Una cosa por otra, vosotros me dais una mañana de sábado inolvidable