RUTA 20/10/2019
Pina de Ebro.
Quien tiene magia no necesita trucos.
Hicimos nuestra primera salida de Otoño, si , un poco tarde, la mencionada estación había ya comenzado días atrás pero una serie de circunstancias nos llevaron a ocupar esta fecha. Dos semanas antes tuvimos la carrera de ASPANOA, magnífica jornada y , la semana anterior coincidió la ofrenda a nuestra Virgen del Pilar en Sábado así pues , salimos el Domingo con Principiantes.
Tras un madrugón considerable , sobre todo pensando que era Sábado y que la mayoría de nosotros ya nos levantamos temprano entre semana, quedamos al despuntar el alba en el azud del Ebro. Justo cuanto el astro Rey comenzaba a emitir sus primeros brillos, cuando los pajarillos aún no se habían despertado y cuando las gentes de bien se hallaban en sus camas . Como digo, a las ocho de la mañana nos juntamos veinte almas en sus cabalgaduras, dispuestos a pasar otra jornada pedaleando , ejecutando una ruta que se presuponía larga, no exenta de su dosis de sufrimiento.
De esa forma, tras los saludos preliminares , cambio de impresiones y algún que otro chascarrillo arrancamos. Paralelos al río Ebro, junto a sus bellas riveras dirección La Cartuja. El grupo marchaba tremendamente unido, tremendamente organizado. Entre bici y bici una separación de apenas un palmo, sin ningún inconveniente, estos guerreros están curtidos en las suficientes batallas para que esto no suponga problema alguno. De forma relajada , comentando con los compañeros y sin descuidar nuestra marcha, sobrepasamos enseguida el mencionado lugar mientras nuestros manillares seguían apuntado a un destino superior.
El camino se mostraba amable, la ruta llana, el viento benévolo. Como nota discordante el Sol, se hallaba todavía muy bajo en el horizonte y hería nuestros ojos, imposibilitando la visión, molestando en extremo, impidiendo en algún tramo ver el camino. Así mismo algún trecho de grava que producía que nuestras ruedas se clavaran repentinamente en el piso, frenando la marcha y haciendo que , en un instante , eleváramos nuestra atención al límite. De esta forma transcurrían los kilómetros, uno tras otro, con certidumbre y pesar sabiendo que aún quedaban muchos. Encabezando la marcha Miguelón, siguiendo el track, tras el los más fuertes, como Sebas, Consuelo, Vicente y otros muchos, seguidos de mi y de otro buen número de ciclistas y, cerrando nuestra comitiva, nuestro José H, siempre vigilante, siempre atento , siempre servicial.
En un momento dado Luisete pinchó. Normalmente no es una gran traba, se arregla el pinchazo y sin más se sigue marcha, en esta ocasión si produjo cierto transtono sabiendo que, como ya he citado , la ruta era larga y la hora de llegada se hallaba en compromiso, incierta. Enseguida un buen número de compañeros frenaron su marcha para ayudar al citado. Un aluvión de manos dispuestos a no dejarle solo, a colaborar y salir todos juntos de aquel aprieto. Una voz se elevó entre las demás Vicente diciendo “seguid marcha, seguid marcha despacio que os alcanzaremos enseguida”. Así fue, no se equivocó ni tan siquiera un milímetro. Allí quedaron un buen puñado de magníficos mientras el resto retomábamos rumbo para ser alcanzados a los pocos minutos. Tras esto el grupo volvió a ser uno, un mismo ser, una misma entidad. Dejamos atrás el Burgo de Ebro, seguimos por un camino que no nos es desconocido ya que lo hemos visitado en otras ocasiones en una u otra dirección, tocamos Fuentes , pero tampoco paramos, nuestro destino se hallaba impreso en nuestras frentes y en nuestras almas y todavía estaba más allá. El día no acababa de calentar, si bien la climatología no nos era del todo adversa, había estado lloviendo las jornadas anteriores y en el ambiente aún se notaba una cierta humedad. El Sol entre las nubes no era capaz todavía de calentar el ambiente y en nuestro entorno se producía un cierto frescor.
A partir de aquí el paisaje ya era nuevo, inexplorado, pocas eran las personas de nuestro grupo que habían llegado hasta aquí. Sólo los más intrépidos, los más extremos , conocían aquel paraje. Sebas , en esta ocasión a mi lado, me comentaba que el ya había estado en Pina, que había subido con su grupo de carretera en alguna ocasión, pero que hacerlo por camino era totalmente distinto que, si bien la bicicleta de carretera no se halla exenta de sufrimiento la de montaña precisaba una mayor explosividad. Fuerza y tesón amigos, fuerza y tesón, esta bien conocer dónde se hallan tus límites... tan sólo para sobrepasarlos.
Nuestra ruta seguía siendo llana, rodadora. Los marcadores comenzaban a mostrar números elevados en cuanto a kilómetros se refiere pero, en nuestra imaginación ya tocábamos Pina, ya sabíamos que no podía quedar mucho. Tomamos un pequeño tramo de carretera, por lo que se nos indicó no había otra forma de llegar al pueblo. A mi personalmente, la carretera me incomoda sobremanera. Tal vez sea que no estoy acostumbrado , tal vez sea todo ese tremendismo que mana de los telediarios, anunciando una y otra vez de un atropello a un ciclista en uno u otro punto de nuestra geografía, no lo se, pero como digo, me resulta incómodo. Gracia al Cielo fue un trecho corto y enseguida volvimos a tocar tierra, que al fin y al cabo es lo nuestro. Saliendo de un puente, hacia la derecha para volver a pista, a piedras, campo y baches, no se muy bien cómo se produjo ya que yo me hallaba más atrás, Arturo cayó. Sólo pude ver cómo los compañeros lo elevaban del suelo, un breve revuelo, preguntas de cómo estás, te has hecho algo y como todo pintaba bien seguimos camino.
Arribamos a Pina de Ebro, en concreto a su Plaza de España. Un emplazamiento pintoresco, bonito, muy bonito. Una encrucijada de árboles, con bancos , un kiosco en su centro y todo ello a los pies de un hermoso campanario. La sensación fue de inmediato júbilo, todos sonreían, la meta había sido alcanzada. Una vez más atacamos a la fiera y la matamos , inerte, rendida a nuestros pies. Tomamos un refrigerio para reponer fuerzas, un grupo marchó a un bar cercano a tomar un café, como ya he citado , la temperatura no acababa de subir y , tras unas fotos y alguna instrucción, emprendimos regreso. José H nos indicó que la vuelta no sería tan fácil, que regresaríamos por el otro margen del río y que se hallaba más descuidado porque por allí pasaba menos gente. Yo creo que se equivocó, estas cosas pasan a veces, en su inmensa mayoría el curso seguía siendo amable, bien dibujado y cómodo. Así pues , para allá que fuimos.
Pasamos por la urbanización Extramuros, Osera de Ebro, de allí a Villafranca de Ebro, donde los nativos se nos quedaban mirando al pasar, extrañados de semejante horda de locos pedaleando, lugar en el que hay que decir que se encuentra el maravilloso palacio del Marqués de Villafranca, seguimos a Nuez pueblo pequeñito y encantador y de ese lugar a Alfajarín a los pies de su tremendo toro. Alguno incluso se permitió bromear con el asunto de subir allí antes de acabar la ruta. Dirigimos nuestros pasos a la zona protegida de La Alfranca, tengo que decir que subyace en mi recuerdo, lo que ocurre que no acabo de emplazar el lugar, una preciosa plaza, muy medieval, con una escultura de una virgen, probablemente del Pilar, con el niño en brazos, monumental, sobre un pedestal que , todo junto , daba a la obra una altura mayor de los tres metros y, que al estar ejecutada sobre arenisca, el tiempo y las lluvias se habían afanado en redondear, no por ello haciendo que fuera menos hermosa. El día que mi memoria tenga a bien y sitúe el lugar en el que se encuentra te lo haré saber. Tras llegar a La Alfranca variamos un poquito el track, quiero decir, los más escépticos no apostaban por que consiguiéramos nuestro objetivo, sobre todo a tiempo, hubo quien incluso se acabo a pronosticar que llegaríamos más allá de las cuatro de la tarde. Lamento decir que el error fue mayúsculo, el grupo se hallaba concentrado, afanado en pedalear, el ambiente , el planteamiento había cambiado bastante, lo que otrora fueran risas , charlas y cachondeo se había transformado por arte de birlibirloque en pura y dura concentración. Nadie se rendía, o como se dice por estas tierras, nadie reblaba. Las velocidades alcanzadas eran más que respetables e hizo que la llegada a nuestro destino final se produjera incluso antes de lo esperado, a la una en el bar. Una de esas jornadas en las que sale todo bien, en las que se produce la magia.
Ya en nuestra sede, el bar la barca , como en otras ocasiones, risas a montones, la satisfacción del trabajo cumplido y comentario de las mejores jugadas, así como planes para las siguientes, estas gentes no tienen fin, son indomables. Decir que José tuvo a bien regalarnos con unas raciones de papas bravas , así mismo a los que no os pudisteis quedar sabed que se os echo de menos, mucho, somos equipo, somos la misma panda de destalentados, somos Fuenteovejuna.
No me quiero volver reiterativo, pero si, es uno de esos días en los que se produjo magia, de alguna forma extraña estas gentes albergan en su interior un cierto destello que dota a los momentos de algo mágico. De un aura sempiterna, una presencia pesada y palpable que transforma el entorno, que hace que los momentos duros , de claro sufrimiento , muten en algo maravilloso y refulgente, que permanezcan en nuestros recuerdos como una hazaña, que hace que quieras más de eso una y otra vez como una droga. Insisto, que se produzca la magia. Sois geniales amigos, no me cansaré de decirlo una y otra vez.
Quien tiene magia no necesita de trucos.
Gracias por tu tiempo.
V.