RUTA A PERDIGUERA, COLEGA DÓNDE ESTÁN MIS GAFAS.
Como viene siendo habitual , la incertidumbre de la climatología hizo que albergaramos dudas sobre si se llevaría a cabo esta ruta. Dos “se bajaron del burro” antes de empezar, Joaquín y Fracisco. No os preocupeis amigos, aquí seguimos esperando para vosotros y para quien haga falta.
Los demás acudimos a la cita, limpios, acicalados e ilusionados como el que acude a ver a la novia, a las 8.30 en el azud del Ebro. Como siempre y cómo no, caras de los habituales así como reencuentro con compañeros que acuden mas esporádicamente e incluso de algún “nuevo” en el grupo. Esta vida “moderna” las más de las veces es algo extraño que por razones bien laborales, bien familiares, personales o de alguna otra índole, hace que no podamos disfrutar de nuestra pasión por la bicicleta en algunas ocasiones. Pero una cosa esta clara, algo nos une a todos, nuestro amor por los pedales, asi pues, en cuanto hay ocasión, sacando tiempo de debajo de las piedras.... a coger la bici.
Volvió Javier, el chico que pinchó tanto en la ruta pasada, aquí lo tenemos, bravo por ti. Consuelo esta vez acudió sin su media naranja, Sebas estaba en otros quehaceres. Luisete, ataviado con la ropa corporativa del grupo, José H , magnífico , la bondad y el humor hechos persona, Paco Ines, grande entre los grandes, al que hoy el destino reservaba una sorpresa, Carmelo, discreto, sabio y poderoso. Allí nos encontramos con Alberto, nuevo entre nosotros, un chico simpático que nos pregunta cuál es el nivel del grupo, está empezando a conocer BTTZaragoza y no sabe si estará a la altura. Entre todos lo tranquilizamos, aquí nadie se queda solo, aquí nadie se queda atrás.
Al final formamos un grupo de once de nosotros, entre los que se habían apuntado en el foro y alguno que no. Como ya era la hora , comenzamos ruta hacia Perdiguera.
El cielo amenazante, gris plomo y cargado de agua nos acompañó todo el viaje de ida, por el camino algún charco que el grupo esquivaba sin dificultad, sendas etre paisajes desérticos, desolados. Fue muy curioso cuando, pasando por un campo , se puso a gritar un animal, daba la impresión que estuvieran sacrificándolo, unos gritos desgarradores, que incluso producían miedo. Bien pudiera parecer un jabalí herido o algo así, para alguien tan urbanita como yo es imposible de diferenciar. Carmelo nos indicó que era un sistema para espantar tordos o algo similar. Bien , me parece muy bien, pero vaya, ya podían haber inventado otra cosa, esto pone los pelos de punta.
Comenzaron las subidas , no eran técnicas, no tenían demasiada inclinación, pero juro por lo mas Sagrado que , subida tras subida y después otra más hacen mella en cualquiera y esta vez de una forma especial en mi. Hoy acudía flojo y el desnivel de esa ruta acabó con las pocas reservas que traía. Para colmo pinché y, entre que me di cuenta y no, subí entero uno de aquellos cuestarrones con la rueda pinchada. Aquello acabo conmigo y el resto del viaje fui poco más que un cadaver sobre ruedas.
Al poco comenzó a llover, si bien al principio de una forma leve, amable, lo que en estas tierras solemos llamar “cala bobos” , después ya mas fuerte, con insistencia. Hoy el tiempo no nos lo iba a poner fácil. Luisete paró para ponerse su chubasquero, yo aproveché el inciso para calzarme el mio. El agua caía por la visera de mi casco, igual que por los demás, pero ahí no “rebló” nadie. Llegamos a Perdiguera, visitamos un nevero o algo así, nevero, nevera, que más da. A mi me pareció un pozo grande, pero comprendí su utilidad, su nombre el pozo del hielo. Parada para reponer fuerzas, foto de grupo, como manda la ley y emprendemos vuelta siguiendo el track. Pues no, no fue así, en la parada Luisete nos dice algo como “he perdido mis gafas, al ponerme el chubasquero he perdido mis gafas”. Decidimos volver a por ellas, por lo tanto no seguir el track. Si yo hubiera podido apostar lo habría hecho por que no las recuperaba, pero el destino es esquivo y las recuperó en el mismo sitio como si se las hubieran estado guardando. Mientras tanto más subidas y bajadas , yo tenía la esperanza de que ahora comenzaba la vuelta a casa, no es una ruta en la que salgan muchos kilómetros, pero como ya dije, tiene desnivel. Una vez más me equivoqué, tras la hazaña de la recuperación de las gafas de Luisete se nos ocurrió ir a visitar la sabina milenaria de Villamayor y , como lo nuestro a veces se acerca al masoquismo, para allá que fuimos, visita a la sabina, más fotos y paseo por los montes de Villamayor, improvisando , que no , que es por aquí, que no que es por allá. Nada nuevo bajo el sol. Tengo que decir que la sabina es un árbol muy curioso, se encuentra en una vaguada del terreno , con algo de literatura para informar sobre el arbol y el lugar y una piedra conmemorativa en recuerdo de no se quién.
Ya íbamos de regreso a casa, por fin nuestro destino era la cerveza tal y como mandan los cánones, pero todavía faltaban aventuras que vivir. Tomamos dirección Santa Isabel, el tiempo se despejó de tal forma que alcanzamos los 19 grados y allí nos sobraba ropa a todos. Íbamos siguiendo las indicaciones de los GPS, Carmelo tomó una decisión visceral , nos pasó por un campo yermo, lleno de abrojos, esto nos hizo recordar la pasada ruta y su odisea de pinchazos, pero no, esta vez no pinchó nadie y seguimos nuestro camino sin mas dilación. Grande Carmelo, acertó totalmente con la dirección.
Lo peor de toda la mañana vino a manos de Paco Ines, andábamos por las inmediaciones de Santa Isabel y , como es de esperar, tuvimos que coger un pequeño tramo de carretera, circulando en fila india, con luces encendidas y total y absoluto respeto al tráfico rodado, igual que los conductures tuvieron hacia nosotros. Todo discurría magnificamente pero, por lo que se ve siempre hay un pero, Paco se despistó, iría pensando en otra cosa o bien prestando atención al resto del grupo, no lo se. Chocó con el quita miedos, no, no chocó, mas bien subió por el. Aquello fue espectacular, Paco volando por un lado y su bici por otro, yo iba un poco mas atrás que el y lo vi, pensé que se habría hecho mucho daño. Gracias al cielo aquello se salvó con una herida en la rodilla, supongo que hoy, en frio , le habrá salido algún dolor más. Afortunadamente poco para lo que pudo haber sido.Paco, si lees estas lineas, recuperate , confio que el golpe haya sido poco y sobre todo gracias por ser como eres, siempre das lo mejor de ti.
Sin mucho más digno de ser contado, llegamos a la cerveza. Si bien aquel bar estaba un poco lejos todavía , tenía el nombre muy acertado “ POR FIN” a ver quíen es capaz de decir que ese nombre no es un pleno al quince. Nos despedimos tras echar unas risas y un ratillo de tertulia, cada mochuelo a su olivo y hasta la siguiente ocasión.
De nuevo gracias a todos vosotros, presentando siempre vuestra cara mas amable. Gracias por vuestra paciencia, por vuestro tesón. Por hacer de cada ruta un evento inolvidable. Un grupo de valientes llamados a la gloria.
Pascual, dejamos un hueco vacío en el pelotón reservando tu sitio , vuelve,