Al principio del año en el grupo de principiantes (ahora Finisher), el compañero Pedro comenzó a publicitar la Trotamons, bien como test para la Monegros o como alternativa a la misma. Como los Finisher son su mayoría una banda de zumbaos con más vicio que una puerta vieja, se apuntaron todos en bloque. Yo que no conozco la sensatez me resistí, pero como llevaba unos meses con las piernas flojas decidí ponerle remedio y me apunté también. Seguir a los Finisher no es fácil si eres un flojeras, por tanto, les acompañé en alguna salida corta, les copié alguna salida larga y fácil y les medio acompañé en la embarcada de Zafrane, huyendo para casa en el bucle que bajaba hasta la foz y la posterior subida por el “caminito de piedras”, y con esa preparación me planté el sábado en Fraga.
A las 7:30 estaba como un clavo recogiendo a David y a las 8:00 nos juntamos todos en las antiguas ferias y partimos cual feliz caravana de insensatos hasta Fraga. A la llegada se empezaba a ver ambientillo y tufo a bicicleta quemada, fuimos en busca de un bar (hay que visitar los monumentos locales), saludamos a compañeros de otros grupos de bttzaragoza, descargamos, nos equipamos, foto de rigor, meadilla del miedo y cuando me di cuenta estaba en medio de más de 800 fulanos y de algunas damas en la que todos y todas tenían más pinta de ciclisto y de ciclista que un servidor. Me coloqué al final porque soy muy torpe en pelotón y a las 12:30 todos a dar pedales.
Mi premisa: ACABAR. Mis expectativas: 7:30 / 8:00 horas encima de la bici. Mi estrategia: salir en las últimas posiciones para que la vorágine inicial del grupo no me haga ir desbocado desde el minuto cero y sobre todo controlar las pulsaciones y rodar a mi ritmo.
Pero… la primera en la frente, toca la primera subida y a pesar de tomármela con muuuucha calma, las pulsaciones suben y suben y suben hasta alcanzar cifras indecentes y superiores a las recomendables, además llevo la boca muy seca (bocata de tortilla de atún) y oigo el ruido martilleante de los quads que cierran la carrera. Comienzo a pensar que no ha sido buena idea salir de los últimos y tener que llevar durante toda la prueba a los quads pinchándome en el culo, afortunadamente hay quien se queda por detrás y pronto dejo de oírlos. Cuando me doy cuenta estoy afrontando la segunda subida que me han advertido que es mucho más larga y con más porcentaje pero que es asfaltada. Bendito asfalto –nunca pensé que diría este sacrilegio- porque noto que a pesar de la dureza de la subida consigo mantener las pulsaciones en torno a los 155, cuando en la anterior he llegado a las 170. En el primer avituallamiento saludo a Pedro pero no paro porque con el agua que he ido bebiendo después de las subidas la mala sensación de sequedad casi ha desaparecido. Toca bajar de nuevo y afrontar la subida de la antigua carretera, en las primeras rampas oigo que Pedro me llama para que no vaya solo todo el camino. Paro a comer una barrita, meadilla de rigor y subo acompañado por Pedro que me va explicando el recorrido. Muchas gracias Pedro!!!. Las sensaciones han mejorado pero las pulsaciones siguen siendo más altas de lo que me gustaría y me muevo entre las 145 y las 155, cuando mi idea era ir al menos un 10% por debajo. Alcanzamos a los amigos de Pedro, me adoptan en su grupo y rodamos a buen ritmo en suave bajada y llaneo, parada en el segundo avituallamiento, bebo, como plátano, naranja y muuuuuchas chuches como si fuese un niño de párvulos. Arrancamos de nuevo, un poco de llaneo, paso de una val que subo con relativa comodidad y en el km 51 le digo a Pedro que siga adelante que tengo la necesidad imperiosa de dejar una marca de posición en el terreno. Me alejo unos metros del camino y busco un pequeño abrigo para mis ineludibles menesteres. Vuelta a pedalear ahora ya en solitario hasta el final, las piernas me comienzan a doler pero intento no preocuparme, no quiero que la idea de que no puedo acabar se instale en mi cabeza. Intento bajar al máximo mis pulsaciones y consigo llevarlas en torno a 135, cuando el terreno me es favorable reduzco la cadencia endureciendo el desarrollo y cuando no lo es bajo la velocidad todo lo que puedo. Avituallamiento en Candasnos, relleno agua y más chuches al cuerpo, ya estamos en el km 64, uffff solo quedan 43 por delante!!!!. Sigo avanzando, las piernas cada vez duelen más y tengo miedo de quedarme desfondado. En el km 73 vuelvo a parar y me tomo un gel, comienzan a caer algunas gotas pero me resisto a ponerme el chubasquero para no sudar en exceso. Hasta ahora el tiempo ha sido ideal: nada de sol, un poco de viento que nunca ha resultado pestoso y algo de lluvia que de momento no llega a calar. Sigo avanzando y el gel hace su efecto , las piernas siguen doliendo pero no noto desfallecimiento, entro en un terreno en el que se rueda muy fácil, sigo mi táctica y cada vez que puedo meto plato grande y con la cadencia muy bajita consigo mantener a raya mis pulsaciones. Avanzo en busca de la deseada bajada, pero nada, la pista sigue subiendo y subiendo, menos mal que de forma muy suave y además está en muy buen estado, en algún momento oigo a los quads de nuevo por detrás y pienso: Carmelo, esto se acabó seguro que es el cierre de carrera, por fin podrás descansar. Al llegar a mi altura les pregunto si van cerrando y me dicen que no, que detrás aún llevo al menos a 20 o 30 corredores que van muy estirados. Me hace gracia que nos llame corredores cuando vamos tan despacio. Vislumbro ya las rampas de bajada y ahora sí que paro a ponerme el chubasquero para no quedarme frío bajando, además parece que llueve con más ganas aunque luego se quedaría en nada. Afronto la bajada y veo como se pierden todos los metros de desnivel, quedando Velilla casi a la misma altura que Fraga. Paro unos instantes a tomar la bebida que amablemente me ofrecen en Velilla y sigo adelante, ya estoy en el km 91, esto parece que por fin se acaba. Me alegro de no haber tirado la toalla. De repente en un pequeño ziz zag, un voluntario me dice: Ánimo Carmelo entras en el muro, menos de 10 km totalmente llano hasta la meta. Estoy en el km 97. Me da un subidón y ruedo lo más rápido que puedo, pero otra vez me disparo casi a las 150 y aflojo un poco. Veo el cartel del km 100 y de ahí en adelante comienzo a soltar una letanía de imprecaciones de tanto en tanto. Ahora al dolor de piernas se suma, el de muñecas y las manos me comienzan a escocer. Juro y perjuro. Esto no se acaba nunca!!!. Joder, que a gusto se quedó el que tuvo la ocurrencia de guardarnos esta guindilla para el final. El cuenta kilómetros del gps avanza muuuuy lentamente. Luces al fondo… se acaba la gravilla… arco de meta y… se terminó. Al final 7:02 y una docena de bicis por detrás.
El resto… nada que la mayoría no sepáis. Satisfacción por no haber reblado. Ahora a rezar para seguir siendo un insensato todos los años que se pueda. Pediros disculpas por el ladrillo. Y agradecer a todos los compañeros que antes, durante y después me habéis animado a seguir. Nos veremos en otra embarcada.